LECTURAS

CRÓNICA DE LA LINEA

BUSCANDO LA LINEA

La cita era el viernes a las 7 am pasando el peaje de la calle 13, se me iba haciendo un poco tarde y llegue a las 7:15 enterándome de la noticia que a Rubencho se le había presentado un problema familiar y a última hora había tenido que cancelar, al estar ya completos arrancamos buscando la población de Madrid para encontrarnos con Parra y pasarle las maletas ya que su señora las llevaría en el carro. La siguiente parada era en Guayabal de Siquima a desayunar y así se hizo, una vez recargadas baterías continuamos el descenso buscando el corto alto de Bituima para pasar posteriormente por Viani y seguir el camino a empezar el precioso descenso hacia Cambao, poco más de veinte kilómetros espectaculares por una carretera en perfecto estado, poco tráfico y una pendiente que no se siente muy brava ya que en algunos tramos inclusive hay que pedalear. A esta población llegamos sobre la 1 pm una hora más tarde de lo pensado producto de mi demora a la hora de llegar al punto de encuentro, la parada donde Parra y un ritmo relajado. En este punto cometimos un error y es que debimos haber almorzado pero no lo hicimos pensando en el sancocho que había ofrecido Parrita y repitiéndose la misma historia que había acontecido en el paseo a “La Holanda”. Sin querer ser desagradecido al próximo que ofrezca sancocho hay que recibírselo y agradecérselo pero hay que almorzar donde lo coja a uno mediodía por cuestión del desgaste que se hace y la demanda de energía que requiere el cuerpo. En vez de eso aprovechamos para una merecida hidratación bajo un calor sofocante. Al rato proseguimos el camino tras la población de Ambalema y es así como unos 6 kms después de tomar la carretera que conduce a Armero Guayabal giramos a la izquierda y nos encontramos con una carretera en buen estado, sin señalización, poco tráfico y plana completamente. Una parada corta a comer y tomar algo y ya el hambre comenzaba a hacer estragos. De esta población a salir a la principal que viene de Mariquita y va para Ibague pasando por Alvarado, nuestro destino final por ese día, hay unos 27 kms los cuales están repartidos en la mitad más o menos en buen estado y la otra mitad grave, un asfalto rugoso en donde las piedras están agarradas por una mínima capa de asfalto y el resto rizadito maluco lo que termino en pinchazo para Darío y para mí. Al fin llegamos al cruce de la principal lo que nos ponía a 12  kms de Alvarado, otra parada corta a la cual Parra no quiso unirse aquejado por calambres y prefiriendo seguir el camino, una vez tomada la gaseosa respectiva tomamos la principal con una corta parada para despinchada de Nestor y finalmente sobre las 5:30 llegamos a Alvarado directamente al restaurante que había
escogido nuestro anfitrión para atacar un poderoso y exquisito sancocho que devoramos acompañado de una deliciosa limonada. Una vez calmada el hambre pasamos a la casa de los padres de Parra a saludar. Aprovechamos su hospitalidad para tomar un baño, cambiarnos, despinchar, charlar un rato sobre lo acontecido en el día y lo que nos esperaba el día siguiente y ahí cometimos otro error que fue no comprar avituallamiento y de lo cual tarde nos daríamos cuenta al día siguiente. A eso de las 10 de la noche fuimos al hotel a descansar. 173 kilómetros desde el peaje más lo recorrido desde la casa nos sumo unos 200 kms, etapa sin mucha montaña y que a la alarga seria la jornada más calurosa de nuestro paseo.

Al día siguiente muy temprano tomamos camino rumbo a La Línea nuestro primer destino crucial. La idea era al llegar a Ibague, tomar la variante para evitar entrar a la ciudad musical de Colombia.
El camino de Alvarado a Ibague es canson, una leve tendencia  al ascenso que no permite tomar buen paso  y que se hace eterno, 26 kms hasta llegar a la glorieta que lo mete a uno a Ibague por la carrera 5, tomamos la variante y 3 kms adelante llegamos a otra glorieta que conduce al aeropuerto Perales, seguimos por la variante y otros 3 kms adelante llegamos a otra glorieta que corresponde hacia el lado de Ibague a la Av del Ferrocarril y finalmente 2 kms después llegamos a la ultima glorieta que viene de Gualanday y en donde comienzan 40 kms rompe piernas hasta Cajamarca.  A estas alturas ya tenía la pálida encima así que al pillar de reojo un puestico de comida decidí dar media vuelta y parar a comer algo urgentemente. Par milos, un sándwich y una nucita calmaron el hambre, proseguí y unos metros adelante encontré a mis compañeros desayunando así que me les uní. Boqueron, otro puerto que no se el nombre y El Tigre son los tres premios de montaña de 4 categoría que nos encontramos antes de llegar a Cajamarca. Una vez en el pueblo paramos un rato para tomar y comer algo y emprender el ascenso. Decidimos tomarlo con calma con Darío, los tigres ya nos habían pasado, procuramos mantener un paso que lento pero seguro nos iba acercando a la cima a un promedio entre 8 y 10 km/h a lo largo de sus 22 kilómetros. Los primeros 10 kms hasta el peaje Cajamarca tienen algunos cortos tramos suaves y los 4 siguientes son manejables pero a partir de ahí quedan 9 kms con promedio del 8 % y curvas del 10 % y hasta el 14 %.  Faltando unos 4 kms para coronar vimos a lo lejos a Néstor lo cual nos causó extrañeza y pensé que algún mal estaba aquejándolo para verse subir lentamente, esto me iba envalentonando un poco y decidí adelantármele a mi compañero de ruta pero ese esfuercito adicional me costó fuerzas extras que iba a necesitar más adelante. A unos dos kms de coronar vi a Néstor sentado a la orilla de la carretera yo iba grave de piernas así que decidí parar con la excusa de preguntarle a Nestor que le pasaba y efectivamente al joven los calambres lo traían jodido, tres o cuatro minutos para reponerse y seguir y en ese momento nos adelantó Darío que como buen diesel iba a su paso con la firme idea de no bajarse de la bici. Al fin coronamos, 2:25 de subida y después de tomar algo caliente decidimos emprender el descenso. Vale la pena decir que como cosa rara prácticamente todo el ascenso nos hizo sol y en la cima el clima era bueno cosa que cambiaría al descender y encontrarnos con lluvia y piso mojado hasta llegar a Calarca cual perros mojados, engarrotados del frio y buscando rápidamente el hotel para cambiarnos. Después de instalados salimos a buscar comida, después unas poquitas polas y a dormir. 123.5 kms y un poco mas de 8 horas efectivas de pedaleo.

Llovió casi toda la noche y por lo tanto el panorama al siguiente día temprano no era muy esperanzador, aun así no había marcha atrás y después de tomar un desayuno ligero arrancamos. De los 23 kms que tiene La Línea por este lado los 10 primeros los recordaba no muy duros pero son algo complicados e igual tienen su exigencia. Más o menos a la mitad se encuentra un descanso, pero al finalizar este lo recibe a uno una rampa que se siente como un bofetón en toda la cara como advirtiendo al atrevido ciclista lo que le espera y empieza “cansaperros”, el infierno. Duros, durísimos 11 kms donde la pendiente no baja del 8 % o 9 % y nos encontramos curvas hasta un 13 %. Una mezcla entre dolor, un cansancio tenaz y un sentimiento de satisfacción increíble. A pesar de las malas sensaciones con el clima este estuvo benigno y no nos llovió, fresquito todo el camino pero sin agua. Nos encontramos en una tienda poco después de empezar el descenso y hay ya cambio la vaina, nuevamente el agua hacia presencia para acompañarnos todo el descenso lo cual lo hace peligroso, en ciertas curvas así se baje suave toda aplicar toda la potencia al frenar y donde se pise una mancha de aceite o algo no creo que el resultado sea muy bueno inclusive en ciertas curvas con mucha pendiente tocaba tomarlas por el vértice por el tráfico y quedaba uno con la sensación de en cualquier momento salir volando por encima del manilar. Una vez en Cajamarca paramos a tomar desayuno ahora si en serio y sobre todo algo caliente pues se repetía la escena del día anterior en Calarca. En ese punto nos despedimos de Parra que nos entregaba las maletas y se iba a Alvarado. Yesid que se encontraba en Gualanday había pensado en arrancar temprano hacia Cajamarca y donde nos cruzáramos se devolvía con nosotros pero temprano me había avisado que le había tocado abortar la misión pues en Gualanday también había estado lloviendo toda la noche y como hasta las 9 de la mañana lo cual nos indicaba que el clima no iba a mejorar. Afortunadamente el regreso hasta Boqueron se hace rápidamente al hacerse la mayoría del camino en descenso hasta llegar al inicio del corto puerto del mismo nombre. Y precisamente al salir de este punto la embarre, una distracción y termine metiéndome a Ibague, Darío que iba detrás mío trato de avisarme para corregir el error pero no le escuche y en un buen gesto no me dejo solo y se fue detrás mío. Después de preguntar a varias personas encontramos la salida a Gualanday por la Avenida del

Ferrocarril, muy apropiado el nombre para la locomotora llamada Darío, la cual afortunadamente tiende al descenso y que más adelante se convierte en la Av. Picaleña pronto salimos al peaje lo que significaba que ya estábamos muy cerca de Gualanday. Llegamos a la casa de los padres de Yesid en el pueblo quien muy amablemente nos había ofrecido un refrigerio cuando pasáramos. Un gusto muy grande saludar a los padres de Yesid y volver al sitio que nos albergó en Agosto del 2014 cuando hicimos la primera incursión a La Línea. Ya la tarea se presentaba más fácil, ya lo complicado se había superado o sea que lo que faltaba era puro trámite. Arrancamos de Gualanday y en una hora estábamos en Flandes almorzando, sobre las 3:30 más o menos. Agua de Dios ya se veía cerca y finalmente a eso de las 5:30 llegamos. Fue como si nos hubieran quitado un peso de encima, como si se hubiera liberado una tensión inmensa. Nos instalamos en una tiendita a la entrada del pueblo, el ambiente, el clima, la música y la felicidad por lo hecho hasta ese momento nos relajo.

Una charla fantástica, las bromas, unas politas bien frías y Darío con su cuartico de niquelado, increíble, muy bacano ese ambiente de camaradería. Nos hospedamos en “La Estación del Ciclista” un sitio con fotos antiguas muy chéveres, trofeos, medallas y que usualmente es sitio de hospedaje para excursiones de ciclo montañismo que hacen por los alrededores. Ir a buscar comida al centro del pueblo y a dormir.174.5 kilómetros y algo más de 9 horas efectivas de pedaleo.

Se repitió la historia, agua toda la noche y mañana nublada. La noche anterior habíamos tenido una amable discusión con Darío acerca de por dónde devolvernos. Darío insistía que por La Gran Vía era más rápido sin contar con el hecho que por ese lado le quedaba más fácil para llegar a Fontibon. Yo insistía que por Mesitas era menos montaña y por lo tanto menos complicado. Al llegar al cruce para Viota efectivamente Darío se la jugó con la de él y prefirió seguir derecho, los otros seguimos hacia Viota buscando El Triunfo y Mesitas. El Triunfo es un puerto de unos 11 kilómetros de los cuales los 5 primeros son casi que un Romeral cortico. Sabía que superados esos primeros kilómetros la tarea era más fácil pero no me acordaba de lo realmente duros que son o mejor dicho al afrontarlos me di cuenta que llevaba mi cuerpo hasta el límite del esfuerzo y en una de sus durísimas curvas me quede encascarado  y apenas alcance a soltarme para no caer, no daba más, toco a lo Froome pero sin alientos para correr unos veinte metros mientas salía del sector duro y más adelante me toco repetir la operación, Finalmente salimos de esos kms, posteriormente Sander pincho y después de un breve descanso decidí continuar hasta Mesitas para esperarlos allá y encontrarme con Javier. Una vez nos reunimos paramos a la salida de Mesitas. Arrancamos a las 12:20 y a las 12:30 recibimos reporte de Darío que acababa de llegar a La Gran Vía. Le tenía confianza a Mesitas sitio habitual de entrenamiento así  que sabía que era cuestión de coger un pasito y listo. Al pasar por Santandercito vi a Sander y Néstor así que decidí hacer también una corta parada a comer algo. Aunque el clima era maluco no estaba lloviendo y eso ya era una ventaja pues esa es una carretera más angosta que ancha y estaba subiendo bastante carro lo que se complicaría si llovía. Finalmente, a las 3:45 llegue a Chuzaca, Javier esperaba en las tienditas pero no se me ocurrió pasar por allí así que después de esperar unos 5 minuticos a ver si Sander y Néstor llegaban y al empezar a lloviznar y sentir mucho frio decidí continuar y llegar a casa. Sander y Néstor habían decidido parar a almorzar por eso no llegaron.

Eso a grandes rasgos fue todo jóvenes. Definitivamente el paseo más exigente que hemos hecho en el BSR, gracias a Dios todo sin novedad todos llegamos a casa bien y a propósito a Darío le llovió desde el peaje antes de La Mesa hasta La Cabra,  mis respetos señor.

Y como buenos ciclistas, muchas gracias a Parrita, a su esposa Carolina y a sus padres por sus amables atenciones. A Yesid, a Sandra y sus padres por siempre ser muy amables con el colectivo BSR.

Un abrazo.

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