CRÓNICA SESQUILE

Clásico BSR 2015 Finalización – Etapa 13, Sesquilé

Suculenta salida de 129 km., arrancando  por la Autopista Norte y con llegada por Patios. La asistencia estuvo compuesta por 30 pedalistas, de los cuales tres se estrenaban con el grupo: Sergio Montoya, un joven que está haciendo
sus primeros pinos en la facultad; Miguel Perdomo, otro muchacho pero con más trayectoria que quería hacer kilómetros de entrenamiento y Henry Vásquez, un amigo de Idemeyer, con más recorrido que los anteriores.

La salida de Bogotá se vio empañada por un incidente en el peaje de Andes, cuando al paso sobre los nuevos policías acostados que ahora “adornan” las vías nacionales, una frenada en seco de Antonio añadido a que David venía pegado a su rueda, ocasionó que este último se fuera encima del primero y cayera al piso lastimándose un poco la muñeca sin daños considerables gracias a Dios.
Suerte que no corrió el marco de carbono de la bicicleta de Antonio, que se partió a la altura de uno de los tubos que bajan hacia el eje trasero, dejándolo prácticamente inservible y obligando al compañero a volver sobre sus pasos de regreso a casa. Gajes del oficio. Luego de unos 15 minutos de espera el grupo reanudó la marcha poniendo rápidamente velocidad crucero para tratar de recuperar el tiempo perdido, sin embargo adelante de Briceño tuvimos que hacer una nueva parada para esperar a José que estaba asistiendo a Montoya en un pinchazo.

Con unos 30 minutos de retraso acumulados, la respuesta de los felinos fue inmediata y apenas estuvimos listos, pasaron a comandar el pelotón llevándolo rápidamente y sin piedad sobre los 40 km/h sin importar repechos y tachuelas. Como era de esperar el lote se desperdigó a lo largo de la Autonorte y en pequeñas cuadrillas pasamos por Sesquilé y posteriormente arribamos a Guatavita, donde nos esperaba un reparador desayuno. En la estampida perdimos a Franky, quien tuvo que devolverse, mientras que en el pueblo Henry arrancaba con anticipación por compromisos adquiridos.

A las once de la mañana volvimos a montar las flacas, Fabio lo había hecho unos 5 minutos antes para ganar terreno y no tener que exigirse demasiado en el regreso pues aquejaba dolor de rodilla. La ventaja no le duró mucho y antes del cruce a Guasca fue cazado por una avanzada de cuatro BSRs, donde luchó un poco para sostenerse a flote para finalmente ser absorbido por el resto del pelotón que venía a buen ritmo devorando el falso plan del Salitre. En la cima volvimos a compactarnos y nos lanzamos en descenso a tumba medio abierta. Es probable que Fabio hubiera perdido la rueda y casi también la rodilla, por lo que no tuvo más remedio que recurrir a los remedios caseros de Gabriel y echar mano de la primera flota que lo llevó sin estar en sus planes, a coronar Patios por delante de todos nosotros.

Los 26 pedalistas restantes logramos llegar completos al punto de fuga antes del Alto de Arepas, donde como ya saben ustedes pasamos de compadres a competidores. Adelante la sección felina que se batía en feroz duelo, se vio robustecida por Sergio y René que les iban pegando su susto en el montañoso harinero. Atrás solo sobrevivíamos Montoya cerrando, yo un poco adelante y Miguel Angel unos metros arriba, que no se le veía con buen paso luego de su receso por la lesión en tierras boyacenses.

Los detalles de la lucha por la etapa se me escapan de las memoria, solo puedo decirles que Sander se coronó primero en Patios seguido por sus congéneres de la A, Jeferson, Leonardo, Néstor y Jonathan. En la B ganó Javier por delante de Rubén, Idemeyer y Jorge.  Sin embargo Horacio de la C, se metió en medio de Michael, Luigi y Giovanny; mientras que Carlitos atendía a Ruffo y David. Enseguida llegaron el resto de la C, Oscar, Edgar y Darío; todos por delante de José, que sufrió las duras y las maduras para mantenerse a flote.

Por mi parte fui recortándole terreno a Miguel Angel a lo largo de los puertos de Arepas y El Sapo; siendo en el comienzo de los 3 kilómetros finales cuando finalmente estuvimos hombro a hombro e hicimos las primeras durísimas curvas de bienvenida y de paso dándole captura al otro Miguel, que se balanceaba de lado a lado en su bicicleta con pronóstico reservado. Al llegar a la “recta infernal” divisamos a René y un poco más arriba a Sergio, la cena estaba servida.

Mi compañero de avatares, el viejo Migue, no pudo resistir mi potente paso de 6 km/h, y se fue quedando atrás a su suerte. La cercanía de mis compañeros me infundió las fuerzas que ya daba por perdidas, y primero René al final de la recta y luego Sergio en los últimos 500 metros, fueron cazados sin piedad por este humilde pedalista-cronista, demostrando una vez más que todo lo vence el tesón.

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