CRÓNICA DEL SISGA

El Sisga A.T.M. (A Toda Mecha)
Después de 16 salidas (un prólogo y 15 etapas) y casi 1.500 km. recorridos en grupo, llegamos a la conclusión de este Clásico BSR Apertura 2015 que hoy nos llevaría a la etapa más larga de nuestros recorridos domingueros, con 120 km sobre terreno llano y tan solo un premio de montaña.


La noche anterior había sido pasada por lluvia y en algunos sectores de la capital, ésta no ceso sino avanzada la mañana, por lo que se presentaron numerosas cancelaciones de última hora, a pesar de lo cual logramos una asistencia de 22 pedalistas. Uno de ellos se estrenaba hoy en el BSR, se trataba de Rodrigo Moreira, un chileno aficionado a las bielas, que nos había contactado para salir con el grupo pese a que nos expresó que su estado físico no era el mejor por ahora, sobre todo en el terreno de ascenso.


En vista de lo que nos esperaba, el Plan de Carrera era sencillo: mantener una velocidad constante y no bajar en promedio los 30 km/h.  Al pasar el peaje hicimos una corta parada técnica a deshidratarnos un poco y hacer unas recomendaciones para no perder la rueda y así poder rodar más cómodamente. No obstante lo anterior, al paso por Briceño Edwin nos abandonó alegando que hasta ahora estaba volviendo a entrenar y no quería esforzarse demasiado. Por otra parte ya era visible el cansancio de Rodrigo, quien poco a poco fue perdiendo terreno con el resto. Alertamos a la vanguardia y bajamos un poco el ritmo mientras que José se quedaba un poco para tratar de que el rezagado conectara, pero no había mucho que hacer. Afortunadamente en la entrevista telefónica de iniciación, José ya lo había prevenido para un caso de estos, indicándole que lo mejor era que parara y se recuperara, por lo que no tuvimos problema de conciencia en reanudar la marcha.


Una leve brizna nos acompañó al paso por Gachancipá que no hizo que disminuyéramos en lo más mínimo nuestra velocidad crucero, sin embargo un kilómetro antes del segundo peaje, Sebastián pinchó y hubo que hacer una parada tipo “stop and go”.  Sabiendo que estábamos ad portas del Alto del Sisga, Gabriel aprovechó para tomar algo de ventaja y siguió de largo con el beneplácito del grupo. El desvare no duró mucho y en menos de diez minutos ya estábamos de nuevo sobre el asfalto. Llegamos a la tachuela que se levanta pasando el peaje y la superamos con el grupo neutralizado para luego descolgarnos por el otro lado y finalmente llegar al cruce de Sesquilé, donde al pasar bajo el puente se encontraba el punto de fuga para el premio de montaña de tercera categoría de aproximadamente 6 kilómetros y un desnivel de 300 metros.


El grueso del lote tomó la delantera en esta primera parte que aunque más tendida, nos enfrentaba a un viento de cara que hacía más difícil el pedaleo. Atrás quedamos únicamente con Sergio pues inexplicablemente el fantasma Paolo se había esfumado de la carretera.  Con mi habitual compañero de trepadas hicimos los dos primeros kilómetros en compañía, pero desafortunadamente Sergio había estado enfermo últimamente y no había entrenado por lo que se fue quedando de mi “paso demoledor”.  A media escalada le di alcance a Gabriel, quien iba dialogando con una muchacha que hacía lo posible por subir y escaparse del inoportuno “gigoló”. La suerte la acompañó, pues sus acompañantes la esperaban en la siguiente curva; lo que sirvió para que automáticamente Gabriel se hiciera el desentendido y siguiera su camino en solitario. Yo por mi parte, testigo de la escena, solo me concentré en poner terreno entre los dos y reírme un poco por dentro de lo que nunca sale en las transmisiones del Clásico.


Como era de esperar Leonardo llegó primero al Alto del Sisga y se llevó para su casa la camiseta de las pepas rojas (pero sin camiseta). Javier y José lo escudaron en el podio, mientras que Luigi entró cuarto y Jhonatan quinto. En el sexto puesto arribó Néstor seguido por Sebastián, Miguel Angel, Edgar, Mosquera, Héctor, Elkin, Michael, Ruffo, Hebert, este servidor, Sergio y Gabriel. Con José y Edgar esperamos un buen tiempo la llegada de Paolo a la cima y luego lo llamamos al celular para saber de su paradero, pero no hubo respuesta. El viento helado que soplaba en la cumbre nos hizo desistir de la labor y decidimos bajar a mejores altitudes para reunirnos con el resto que muy seguramente ya estaban degustando el merecido refrigerio.


Ya con las fuerzas repuestas y sin tener noticias del fantasma, deshicimos la cuesta que nos había llevado hasta el embalse propiamente dicho con el grupo neutralizado y nos lanzamos por la otra vertiente con la capital a 60 km de distancia. De nuevo la tachuela y otra vez el peaje. El grupo un poco desorganizado por estos primeros escollos, fue tomando forma en la medida que los últimos llegaban a este punto y se iban ensamblando uno a uno los vagones del tren que prendía motores para su travesía final. Cuando ya todo estuvo listo y la totalidad de pasajeros se acomodaron, la locomotora empezó a subir las revoluciones que pronto nos encarrilaron en perfecta fila india a velocidad crucero de 35 km/h. Los maquinistas se fueron turnando para echarle leña al horno y no tardamos en divisar la estación de Gachancipá. Pero hoy no habrían paradas, el viaje era directo y sin escalas, el Expreso BSR ya había tomado rumbo y detenerse no estaba en sus planes.


Pasé adelante a hacer mi turno al frente del cañón, abriendo paso a punta de silbato, la carretera se nos mostró despejada y no tuvimos problema en dejar atrás dicha población.  Me dejé caer paulatinamente hasta la retaguardia del grupo justo detrás de Gabriel, pero éste empezó a desengancharse por falta de piernas. Con voces de aliento traté de que desistiera de su misión sin sentido pero el daño ya estaba hecho. El tren empezó a dejar a Gabriel y a mí con él. Como pude lo sobrepasé y dejé a su suerte a sabiendas que un pasaje en flota lo esperaba si no se sentía con fuerzas para continuar. Me tomó un poco más de un minuto volver a empatar con el último vagón, que ahora era Néstor.


Al llegar a Tocancipá se nos apareció el fantasma otra vez, ahí estaba Paolo de nuevo, vivito y coleando; o más bien ayudando a despinchar a Giovanny, que se le había hecho un poco tarde, según él, por cinco pinchazos consecutivos. No habiendo confirmado su asistencia este último y declarado desaparecido en combate el primero; y al observar que el daño no era de gravedad, el expreso no vio la necesidad de hacer una parada innecesaria, más aún cuando las piernas estaban calientes por la travesía.


El segundo punto de fuga llegó tan solo un kilómetro después, mas sin embargo y tal vez por el ritmo que llevábamos, no hubo escaramuzas que desbarataran el grupo. La velocidad crucero no obstante se vio aumentada paulatinamente al tomar la variante de Briceño. De un cómodo 35 se pasó a un 40 km/h, en menos de mil metros, amenazando con seguir al alza en el siguiente lapso. Los tigrillos se tomaron confianza y siguieron apretando el acelerador, causando que el segundo en bajarse del tren fuera yo, justo antes de que el Expreso BSR diera cacería a nuestro compañero chileno Rodrigo ya de regreso a casa. Al alcanzarlo yo, le dije que se fuera conmigo a un paso más suave, pero me respondió que le dolía una pierna. Seguí adelante esperando que tomara mi rueda pero no hubo eco a mis palabras. Mentalmente y mientras me alejaba, recordé y le deseé las palabras de aliento a la selección de Chile en la pasada Copa América: “¡Chi Chi Chi, le le le, Viva Chile!”.


El Expreso BSR siguió su ritmo endemoniado por la Autopista Norte, dejando a la deriva a algunas pocas unidades no aptas para estos remates. Al divisar los silos de Almaviva, Miguel Angel que tenía un duelo pendiente con Ruffo en la Clasificación de Novatos, salto del grupo y atacó el repecho, tomando una buena luz de ventaja sobre los demás. Mosquera siguió su ejemplo y se fue en pos del fugado. El grupo se demoró en reaccionar y por fin dio la orden de captura. Montaron los fierros más duros y se fueron por los insurrectos. A 500 metros de meta Mosquera daba por finalizada su osadía mientras el resto se enfrascaba en feroz sprint de remate de etapa y de Clásico.


Miguel Angel cuajó la fuga y llegó de primero con tal impulso que no pudo parar sino casi hasta llegar a Soacha, por lo que se notó su ausencia en el podio de premiación.  Néstor ganó el sprint del Expreso imponiéndose sobre Jhonatan. Leonardo entró de cuarto ratificando el liderato en todas las clasificaciones disputadas. Elkin llegó quinto por delante de Javier, Luigi, José, Edgar y Ruffo; quien tuvo que conformarse con el segundo puesto de los novatos.  Mosquera quedó relegado a la casilla doce y luego entraron Michael, Sergio y Héctor.


Solitario contra viento y sin marea, hice un par de kilómetros más después de Briceño hasta que pasaron un par de colegas a mejor paso a los que me les pegué como sanguijuela y les chupé la sangre, o mejor dicho la rueda, hasta que doblaron para tomar hacía Chía. En el camino hallé a Hebert con malas sensaciones sobre su bicicleta y lo invité a que siguiera conmigo y mis “amiguitos” pero declinó la oferta y prefirió continuar con sus penas.


Después mío, no muy lejos, llegaría el fantasma Paolo, ya mas repuesto de una pájara que no lo dejó ni siquiera contestar el teléfono. Gabriel se reportó más tarde por radioBSR para informar que había encontrado a Rodrigo a la vera del camino y habían entrado los dos a Bogotá.


Es todo compañeros, nos vemos en el próximo Clásico, muchas gracias.



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