BOGOTA SOBRE RUEDAS POR TIERRAS ALEMANAS


Saludos Compañeros,


Esperamos que hayan tenido una Feliz Navidad acompañados de sus seres queridos con mucha paz y armonía. También les deseamos que el Año Venidero este colmado de bendiciones para todos ustedes y sus familias y que podamos seguir compartiendo de todas las noticias de nuestro querido grupo ciclístico. Así mismo agradecemos a todos nuestros lectores por su paciencia y fidelidad en el seguimiento de nuestros relatos ciclísticos a lo largo de este año que finaliza, como también ofrecemos una disculpa por las crónicas que están pendientes de la temporada final 2015 de Bogotá Sobre Ruedas, pero obligaciones laborales de última hora sumadas a los compromisos de estas festividades nos han impedido escribirlas. Sin embargo, como suele suceder en el ciclismo, acabamos de recibir un relevo en esta labor por parte de nuestro querido compañero David Camargo, quien partió para Alemania hace unos 15 días y nos acaba de enviar esta perla para compartir con todos ustedes, toda una postal navideña, apenas para la época:


ERSTE BLICK AUF EINE DEUTSCHE WEG

(Primeras Impresiones de una Carretera Alemana)

Por Herr David Camargo


Serían las 8:30 de la mañana cuando apenas se asomaban los primeros rayos del sol tímido, aún la luna rondaba el rojo cielo de la Capital del estado de Renania del Norte Westfalia. Se acostumbra que los ciclistas en Alemania hagan una exhaustiva investigación en torno a las condiciones climáticas para verse en la mejor condición a la hora de rodar, no se podía esperar menos de ellos, sistemáticos y ordenados. Revisé las condiciones climáticas un día antes, para encontrarme con la sorpresiva información de "Leicht bewolk" : cielo despejado con temperatura máxima de 11 grados y promedio de 7. Con tal panorama, decidí firmemente aventurarme bajo esos parámetros, que son un regalo en tiempos de invierno. A las 8:45 salí desde el pueblo de Hürth-Efferen rumbo al occidente hacia la población de Neschen, ubicada en la región Reihn-Bergisches Kreis. Cronómetros en ceros y bicicleta en orden.


El primer pedalazo acentuó las sospechas sobre esta salida. Aunque la temperatura no era muy baja, la sensación térmica decía otra cosa. Recorrido el primer kilómetro y en vista de no contar con la indumentaria adecuada, los dedos de mis manos estaban rígidos y sumamente sentidos por la acción del gélido viento. Igual panorama se sentía en los pies, donde por acción de las zapatillas con múltiples mallas de respiración, se filtraba el frio que hacía entumecer huesos, y en ocasiones, padecer dolor en los tobillos. Recordé de inmediato las salidas a La Cuchilla de Guasca. Sin embargo no era un frio similar. No era peor o mejor. Era diferente. Acá no hay humedad ni lluvia, pero existen factores que hacen al frio realmente frio. Sin embargo proseguí con la ruta especificada con la esperanza de que con el rodar, la sangre circulara y evitar tan malas sensaciones.


El destino me hizo atravesar la totalidad de la ciudad de Köln o Colonia en español, cruzando por el Deutzer Brucke o puente Deutzer, y por un sinnúmero de barriecillos y colonias turcas. Es normal ver al otro lado del río a todos estos personajes en sus habituales mañanas, trabajando o comprando los víveres. En cada colonia de estas es posible diferenciar el ambiente con el de un barrio habitado exclusivamente por alemanes. Se siente y se nota un desorden no intencionado, que termina siendo similar a Bogotá. Resulta que uno se acostumbra a ciertos factores visuales y culturales, y entrever esto desde una perspectiva externa es inquietante. De igual manera el entorno moldea la percepción, las conductas y comportamientos. Ahora sé porque miré el clima antes de salir.


Al salir del área urbana de Colonia, después de unos 10 km de falso plano ascendente, a unos 2 o 3%, se encuentra la ciudad de Bergisch Gladbach. Allí pude apreciar el respeto que inspira el ciclista, pues en la totalidad de las calles, cruces y cambios de carril, no tuve más que alzar el brazo para que los automóviles se detuvieran casi por completo hasta que yo seguir con suficiente espacio para circular. De allí empezó la verdadera etapa, muy corta pero considerable a pesar del frío. 


Lo primero que encontré fue una rampilla de uno 500 metros a un 6% de media. Vale aclarar que el trayecto más largo de subida en estas tierras renanas no excede los 3 km. Luego de superar esta puntilla me encuentro con un par de kilómetros de sube y bajas constantes que atraviesan el barrio Volkswinkel con un asfalto perfecto, para terminar en un descenso de 2 km hasta el cruce que conduce a la vereda Scheuren. De nuevo con mi brazo estirado, tomo la derecha y luego la izquierda para empezar a ascender 2.5 km al 6%. Nada difícil para un ciclista colombiano sea el que sea. Empecé a subir de manera regulada a uno 17 km/h los cuales se reducirían notablemente a 13.5 km/h al terminar el ascenso.


Esta situación me recordó el problema con mi actual bicicleta. Un marco 56, una caña de manubrio de escasos 16 cm. y un sillín demasiado bajo, hicieron que sufriera la mayor parte del camino. Esta mala combinación de elementos me llevo a redireccionar las cosas. Al terminar el ascenso se descubre a la derecha un valle con una población de casas blancas con techos negros en caída, Arboles muertos entre casa y casa, para contrastar con un fondo lleno de colinas suaves y coloreadas con un verde olivo. El sol iluminaba los techos de las más próximas viviendas, mientras que las otras esperaban su turno a ser calentadas por el astro. Una postal de cuento de hadas.


Sin sentarme avancé por unos columpios de esos rompe piernas. Subir y bajar para luego subir y bajar de nuevo. Esto se repitió por los siguientes 3 km. Llegué a la vereda Scheuren, casas blancas y estilizadas tapaban la luz solar y de nuevo acometió el frio. Ni una sola alma se asomaba a la ventana o a la puerta. Lo más inquietante era que con certeza estaban allí pues los autos se encontraban parqueados en sus lugares, sin embargo no se oía mas que el viento frio en mis orejas y pájaros en las copas de los árboles muertos. De allí descendí 2 km. que con certeza puedo decir tenían mas del 8%.



En el siguiente cruce tomé la izquierda hacia el pueblo de Neschen, destino final de la ruta. Fueron varios tramos de falso plano ascendente y un remate de curvas considerables. Lamentablemente no puedo asegurar el kilometraje exacto. De allí llegué a una glorieta que recorrí dos veces completas hasta decidirme. Podía tomar la ruta 506 hacia Kurten y la represa de Dhün, o bien regresar de manera directa a Bergisch Gladbach. Por otro lado podía bajar de nuevo y hacer la misma ruta sobre Scheuren en el sentido contrario. El frio inclemente en mis pies y manos, y un leve dolor de empeine, me obligaron a no ir más lejos. Opté por hacer la ruta en sentido inverso para completar un poco más de kilómetros. 


Descendí hasta el cruce donde me encontré con varios ciclistas. Los ciclistas alemanes tienen la costumbre de saludar a todo aquel Radrennfahrer (ciclista) que se encuentran, lo cual me pareció un gesto sumamente respetuoso, amable y cortés. Pensé: ¿En Colombia por qué no lo hacemos? La lógica me dijo que si lo hiciéramos (con la afluencia de ciclistas en carretera) gastaríamos más tiempo saludando que en nuestros propios asuntos. Subir la rampa del 8%. Columpios de nuevo. Bajar hasta el primer cruce. Subir hasta Volkswinkel y con eso Bergisch Gladbach. 


De allí me deslicé con rapidez y buen ritmo por toda la ciudad, en la que si no fuera por los semáforos, sería un tramo de sprint adecuado. En el Zoo Brücke, o puente del Zoológico, el sol estaba mejorando la temperatura de brazos y espalda. En ese momento recordé un consejo de un Finlandés, quien decía que en este estado, lo mejor es estar aireado para evitar el exceso de condensación, ya que a la postre esto deviene en deshidratación. Dado que estaba sudando demasiado en mis brazos y espalda, decidí probar esta teoría. Resultó bien. El sudor cesó y el pecho se acostumbró a la temperatura. Una reacción del organismo, sin embargo esto no aplicó en nada para manos y pies.


Al atravesar el puente, ya sin chaqueta y luciendo los colores de Bogotá Sobre Ruedas, me encontré con otro grupo de ciclistas, en total 5, quienes al verme con tal vestimenta, no dudaron en saludar y poner mucho interés en el uniforme. Es claro que este detalle llama la atención y da cierto status. A la vez se veían sorprendidos por las inentendibles palabras (para ellos) que allí estaban escritas. De camino a casa se me provocó un bocadillo. Lástima, ya no estamos en Colombia. Será un dulce de menta con pimienta negra.


En total 78.6 km. No está mal para un marco que me queda gigante y un frio bestial. Debido a la humedad del clima, decidí no llevar cámara. En una próxima ocasión, enviaré algunas postales.


Gute fahrt an alle Euch, und Liebe Grüße.



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