CRÓNICAS DE LETRAS

LETRAS
GOZO, SATISFACCIÓN Y MUCHO, MUCHO SUFRIMIENTO
(por: Luis Alvaro Tovar)

Han sido cuatro días inolvidables. Los paisajes, el calor y la agonía que sentí, por un deterioro físico no acorde con la preparación que realicé para este viaje, causado quizás por un virus o una bacteria que me afectó, quedarán indelebles en mi recuerdo –Dios lo permita- hasta el fin de mis días.
Cumplimos, lo logramos. José Eduardo González y yo no fallamos. Nos propusimos desde septiembre hacer este recorrido por estas calendas (enero 9 al 12 de 2015) y lo hicimos. Queda pues una sensación de satisfacción que vale un potosí.
El día viernes, a las 6 y 25 de la mañana, iniciamos en la estación de Banderas, en Bogotá, nuestra primera etapa: Bogotá – Mariquita.
Duro recorrido, a pesar de que en teoría es etapa suave. Bogotá está a 2600 m sobre el nivel del mar y Mariquita a 500. En números brutos, bajada. Pero los datos del altímetro son otros: 2397 m de desnivel acumulado. La orografía evidencia que se baja pero con subidas intercaladas. Tres premios de montaña: El Vino (categoría tercera o cuarta), el Trigo (primera) y La Mona (tercera), aparte de numerosos repechos de 1 Km o más y del trayecto Honda- Mariquita, de 24 Km, con tendencia al ascenso y carretera rizada. Duro, insisto. Pero para mí ha sido, sin embargo, el menos duro de los 4 días.
Salida incomoda por Fontibón, debido a los trancones, infaltables por allí, y a la polución causada por el exceso de camiones, carros viejos y fábricas de medio pelo.
Una vez en Siberia, desplazamiento a buen ritmo hasta El Vino y descenso velocísimo hasta La Vega.
Sin novedad, iniciamos el ascenso al Alto del Trigo, un viejo puerto de Vuelta a Colombia, de dureza media que, cuando hace calor, se torna duro. Coronado el Trigo, descendimos a Guaduas, donde paramos 10 minutos a llenar las caramañolas de agua y líquido hidratante. Iniciamos el tendido ascenso de 5 Km a La Mona y de allí continuamos hacia Honda por una vía en perfecto estado, a excepción de algún pequeño trayecto con asfalto inestable.
Almorzamos en las goteras de Honda, en Puerto Bogotá, a la 1 y 40 de la tarde. Con calma, sin afán, sintiendo crecer la temperatura, que se tornaba alta, asfixiante, y presagiaba sensaciones desagradables para llegar a nuestra primera meta.
Partimos hacia Mariquita a las 2: 50 y llegamos a  las 4 de la tarde. Sufrí – diría mejor, sufrimos – desde Honda, como apuntaba el presagio. La distancia, el calor, la tendencia a ascender, la maleta a la espalda y dolor -en mi caso - en la zona cervical, hicieron que entrara en nosotros el desasosiego de la fatiga y las ganas de acabar de una vez el esfuerzo. Afortunadamente,  conseguimos pronto hotel, un buen hotel económico, que nos permitió comenzar la recuperación y el descanso para emprender al siguiente día la etapa reina, el corazón de la osadía: Letras.

A las 5: 30 de la mañana salimos del hotel. Un Km antes de iniciar el ascenso entramos a una panadería a tomar un algo ligero para el trayecto cumbre. A las 6: 02, comenzamos el mítico ascenso desde el puente sobre el río Gualí. Duro por lo extenso, sin rampas exageradas, cuya cima espera a una altura de respeto: 3680 metros.
Llevaba yo una tabla basada en los datos de Altimetrías de Colombia y Openrunner. Esta tabla la preparé Km a Km, con tiempos considerados “lentos”, de reserva, para evitar un desgaste excesivo que impidiera alcanzar el objetivo, pero que en la práctica resultaron rápidos para lo que pude dar.
La tabla señalaba 1 hora y 48 minutos al Fresno y empleamos 1: 52. Los primeros 5 Km son duros, sin descansos. Los asumimos a una marcha lenta, con la cabeza puesta en el larguísimo ascenso.  Aclaro que José pudo haber ido más rápido, pero él marchaba a mi paso; me esperaba y aprovechaba para tomar fotos. Bello paisaje. Día soleado.
Nos propusimos subir por escalas. Primero Fresno. Ahí, como en las otras escalas, el propósito era descansar brevemente, comprar líquido y bastimento.
A las ocho de la mañana, estuvimos en Fresno. Nos detuvimos en una cafetería, en donde llenamos nuestras caramañolas. A los 12 minutos, reemprendimos la marcha rumbo a Padua, kilómetro 39. 6. Al salir nos encontramos con una dura rampa.
La tabla decía que emplearía 3 horas 3 minutos de pedaleo desde pie de puerto hasta Padua. En verdad,  empleamos 3 horas 14 minutos. Comenzaba el desfase.
En Padua, nos detuvimos, de acuerdo con el plan. En una panadería,   tomé gaseosa con mantecada y José  buñuelo con Pony malta.
Siguiente escala, Mesones, kilómetro 50.4. Hacia allí reiniciamos la marcha tras 15 minutos de descanso. La tabla nos anunciaba que por Mesones debíamos estar en  3 horas y 44 minutos; y estuvimos en  4 horas y 4 minutos. Se aumentaba el desfase, tendencia que se mantendría hasta la cima. Hasta aquí el terreno es en ascenso, pero con bajadas y descansos, algunos de más de 1 km, y con pendiente digna de consideración.
Estas escalas nos animaban, porque constituían metas parciales que nos íbamos  fijando en la mente y que evitaban que pensáramos en los interminables 80 Km de ascenso.
En Padua nos dijimos que habíamos cumplido la mitad del ascenso, y eso era un estímulo para seguir.
 En Mesones, nos quedaban menos de 30 Km  y una altura bruta por subir  de 1.300 m y acumulada de 1500. Desde aquí nos quedaba una escala antes de Letras: Delgaditas. Once kilómetros. No muy duros. Con descansos intercalados. Pero los descansos tienen pros y contras. A favor, la recuperación. En contra, que los trayectos de ascenso suelen ser más duros porque la altitud se debe recuperar. Prefiero un ascenso constante entre el 6 y el 7% que trayectos con descansos y bajadas seguidos de tramos por encima del 8%. Los descansos cortan el ritmo y producen dolor de piernas y desconcentración.
En Mesones, nuevo descanso, y rumbo a Delgaditas, a menos de 9 Km. Como sabíamos que Delgaditas era el último puerto de paso antes de Letras cargué líquido suficiente para enfrentar el trayecto más duro: los 10 km de subida sin respiro al 7% de media, seguidos de un corto descanso de 400 metros, a continuación del cual se enfrentan otros 2. 4 Km al 7.6 por ciento. Es decir 13 Km, complicados, difíciles, que se enfrentan cuando ya se ha ascendido  más de 2200 m acumulados y cerca de 60 Km, y a una altura que alcanza más de 3400 m sobre el nivel del mar.
En este trayecto sufrí mucho. Entré en pánico cuando el ciclo computador me marcaba 6 – 7 Km por hora y además cuando comencé a sentir calambres en el aductor mayor de la pierna izquierda. Tuve que disminuir la rotación, y subir parado en pedales con relación más dura para aliviar el calambre. José se distanció. Se perdió entre las hermosas breñas de esta majestuosa cordillera. Carretera en perfecto estado. Poco tráfico.
Con algunas paradas para estirar los músculos y aliviar el calambre, terminé este durísimo tramo, olvidado de la tabla, y con la mira puesta en la cima. Así llegué a los 3 Km de descenso, antes de los últimos 4 Km al 6 por ciento. En alguna cornisa de la cordillera, arriba, divisé entre frailejones sombreados a José, unos cuatro minutos adelante. Me imaginaba que mi compañero ya había coronado, pero también tuvo que parar por hambre y quizás por la angustia que produce este puerto inacabable.
¡Por fin, Letras, por fin! Tres mil seiscientos ochenta  metros de altura, 80 Km, 7 horas y 7minutos, a 11. 2 Km por hora de promedio, lejos de la tabla, que me daba 6 horas y  20 minutos.
¡Y qué importaba la tabla! ¡Lo habíamos logrado! En medio del sol, de un cielo despejado, de una temperatura extraña para Letras, 10 grados, allí estábamos. Otro logro. Otro reto superado.
Entramos a un pequeño restaurante a comer costilla de cerdo con papa y arepa, y olvidar así el hastío del Gatorade, las galletas y otras harinas que suelen ser el soporte energético de esfuerzos que, como estos, piden pronta energía y sales rehidratantes .
Nuestro organismo pedía ahora sal, carne, grasa, otro líquido que supiera diferente al semi-salado y dulzón Gatorade.
Iniciamos el descenso entrada la tarde,  a las 2 y 40. Calculé en dos horas y media el regreso a Mariquita. Erré de nuevo. Fueron tres horas y cinco hasta el río Gualí. Pasadas las 5 de la tarde, estuvimos a la entrada de Mariquita, donde José, que llegó algunos minutos antes que yo, hidrató con tres cervezas.
Me castigaron los repechos de regreso. Duros trayectos. De casi 3 Km el cercano a Letras. Y otros de más de 1 Km, a una media por encima del 6% y con rampas hasta del 8 y más. Eso sí, encantadora la bajada hasta Delgaditas y la de más acá, en los que la carretera en perfecto estado, demarcada y  con poco tráfico, permitía bajar con seguridad y cortar bien las curvas. Cero camiones; poco o nulo carro de más de cinco toneladas, a excepción de uno que otro vehículo de pasajeros.
A las 6 y 15 de la tarde, casi noche, de nuevo en Mariquita, en el hotel. Habíamos cumplido este tremendo recorrido, el más duro por tiempo de pedaleo y por altitud acumulada que he hecho en mi vida: más de 10 horas  y 4600 m de desnivel acumulado. Me sentía muy cansado y ya presentaba un síntoma extraño, que nunca -que me acuerde- había experimentado: dificultad para respirar normalmente. Subiendo a Letras lo noté. Tenía que abrir mucho la boca para llenar mis pulmones de oxígeno y, paradójicamente, el pulso no subía mucho. Mi pico máximo fue de 143, bajo para la exigencia del terreno, con una media de 128. Yo hubiese dado por normal una media de 133 – 136 pulsaciones por minuto y algún pico por encima de 160, esperables según mis antecedentes. Considero que el factor no fue la altura, sino algún afloramiento viral o bacterial, que como consecuencia del esfuerzo, se asienta o desarrolla más fácilmente. Al día siguiente, esta situación (malestar físico, de salud) se acentuaría.  
Salimos de Mariquita a las 7 y 45 de la mañana con destino a Vianí por la vía de Armero. En el papel, un recorrido menos dificultoso que los dos anteriores, y, no obstante, ha sido -para mí- en el que más he sufrido. He estado en el mismísimo infierno.
Excelente carretera y rodaje hasta el desvío a Cambao. A partir de allí, encontramos un terreno rizado, con muchos árboles a la vera, con huecos inapreciables por las siluetas fantasmagóricas de las sombras, con tramos de 30 o 40 metros  en piedra, destapados. Así llegamos a Cambao, pasadas las diez de la mañana. Se sentía ya el calor. Cambao está a orillas del río Magdalena.
Comimos algo, compramos líquido y tras 20 minutos reiniciamos la marcha ¡con la maleta a la espalda!, ¡con más de 30 grados de temperatura!, ¡con sol constante y poca sombra y en terreno de ascenso! Caramba,  Cambao está a 220 m sobre el nivel del mar y desde allí tuvimos que subir a más de 1700. Mucho ascenso, sin mucha pendiente, pero con el calor y el malestar que sentía (frecuencia cardíaca baja, respiración dificultosa y sudoración excesiva) el ritmo era lento y me obligaba a parar cada 10 o 15 minutos a beber, a rociarme agua y a refrescarme en sombras del camino. José subía a mi ritmo, aunque a veces me adelantaba y luego me esperaba, momentos que aprovechaba él para tomar fotos  y también descansar. Inacabables kilómetros. Encontrábamos pequeños descansos, tras los cuales ascendíamos de nuevo.
 Así pasamos por un lado de San Juan de Rioseco. El altímetro subía. Esperaba que luego de 1600 metros terminara la penuria, pero nada. La carretera seguía en medio de repechos, picando hacia arriba, hasta llegar a los 1750 metros, desde donde por fin comenzó el descenso, ahora con muchos tramos de bancada caída. Tras el corto descenso, por fin llegamos a Vianí, hacia las tres de la tarde.
 Almorzamos y nos ubicamos en el hotel, buen hotel y económico, en el que reposamos con miras a emprender la última etapa, la más fácil: Vianí- Bogotá.
Aquí decidí – y José estuvo de acuerdo- en enviar los morrales en bus hasta Faca, para quitárnoslos de los omoplatos.
Al otro día, desde antes de las 6 y 30 de la mañana, estuvimos pendientes de una vans que hace Vianí- Faca para en ella enviar los morrales. A las 7:20 los enviamos; luego desayunamos y emprendimos, casi a las ocho, el último trayecto, ya más tranquilos, por conocer gran parte del recorrido y sin el peso del pequeño, ligero, pero en todo caso incómodo equipaje.
Rumbo a casita, el asunto fue a mejor. No obstante, nada es completo en la vida. Junto a las dificultades respiratorias, algo menos acentuadas en este día, presenté una molestia estomacal, quizás por el copioso desayuno, al que no estoy acostumbrado. Sólo tomo, cuando entreno, café en leche con pan o galletas. Ingesta máxima de 300 calorías. Este desayuno, en cambio, con chocolate, caldo y huevos tiene por lo menos 750 calorías y una composición grasa alta por el caldo de costilla, los huevos pericos y la leche del chocolate. Así pues, kilómetros adelante comencé a experimentar incomodidad estomacal, que me obligó a parar en el sector de Albán, en busca de un retrete para aliviar el intestino.
Coronamos La Tribuna y seguimos hacia Faca. Un nuevo azote apareció: el viento. Desde Albán soplaban ráfagas en contra que se mantuvieron en la sabana, en esos cerca de 50 km que hay que recorrer para llegar a nuestra casa. En la corta bajada de La Tribuna, el viento nos balanceó peligrosamente, obligándonos a tomar precauciones para no caer, con el agravante peligro de los carros.
Bueno, así, poco a poco, después de reclamar el morral en Faca y de parar en Madrid a cargar líquido, llegamos a Banderas, nuestro sitio de salida, donde dimos por terminada ésta aventura en bici de 4 días, sin igual para nosotros.
En mi casa, estuve 20 minutos antes de las 2 y José a las 2 en la suya. Inolvidable por todo lo dicho, la cual habrá que repetir –Dios mediante -  preparándola mejor con base en esta experiencia.

A continuación adjunto datos globales de toda la salida y de cada etapa en particular, que serán de interés para los amigos de los numeritos.   

DATOS MIOS GLOBALES DE LOS CUATRO DÍAS:
DISTANCIA RECORRIDA: 536 Km.
TIEMPO DE PEDALEO: 29 HORAS Y 46 MINUTOS. PROMEDIO: 18 Km/ HORA
DESNIVEL ACUMULADO: 10.617 METROS.
CALORÍAS ESPECÍFICAS CONSUMIDAS EN LOS 536 Km: 14.000
CALORIAS EN LAS 96 HORAS DE LOS 4 DÍAS: 20.300
LIQUIDO CONSUMIDO EN LA RUTA: 12 BOTELLAS DE 500 C.C DE GATORADE O SIMILAR; 4 CIFRUTS X 350 C.C C/U.
2 PEPSIS X 350 C.C  C/U; 1 PONY DE 350 C.C; 22 BOLSAS DE AGUA X 350 C.C C/U.
Estos datos no incluyen el líquido consumido pos- ejercicio (comidas, p. ej).
PESO AL INICIAR EL VIERNES 9 ENERO: 58 K.
PESO AL TERMINAR (TOMADO EL MARTES A LAS 6 A.M): 56.5 K.
DATOS POR ETAPA:
BOGOTÁ – MARIQUITA
DISTANCIA: 189.5 (POR LA VEGA)
TIEMPO DE PEDAL: 8 H  11M. PROM: 23.1 KM/H
DESNIVEL ACUMULADO: 2397m
PULSO PRO: 125   MX: 166. CALORÍAS: 3900. EN 24 H: 5550
MARIQUITA-LETRAS-MARIQUITA
DISTANCIA: 162 Km
TIEMPO DE PEDAL: 10 H  25M. PROM: 15.6 KM/H
DESNIVEL ACUMULADO: 4670 m
PULSO PRO: 124  MX: 143. CALORÍAS: 4950. EN 24 H: 6600

MARIQUITA- VIANÍ
DISTANCIA: 98 Km
TIEMPO DE PEDAL: 6H. PROM: 16.3 KM/H
DESNIVEL ACUMULADO: 1750 m
PULSO PRO: 110  MX: 137. CALORÍAS: 2500. EN 24 H: 4100

VIANÍ – BOGOTÁ
DISTANCIA: 86.2 Km
TIEMPO DE PEDAL: 5H 10 M. PROM: 16.7 KM/H
DESNIVEL ACUMULADO: 1800 m
PULSO PRO: 116  MX: 139. CALORÍAS: 2200. EN 24 H: 4050











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