CRONICA ALTO DE MONDOÑEDO - ROSAS - LA MARRANERA

Triple Corona, ¿Triple Placer?
 (por Fernando Ahumada)

“Al que no le gusta el caldo se le dan tazas, pero si insiste hasta tres puede tomar”. Esa sería la consigna más acertada para la salida del domingo 15 de marzo correspondiente a la Etapa 7 del Clásico BSR Apertura, pues hoy nos esperaban no uno, ni dos, sino tres premios de montaña encadenados que iban ganando en categoría a medida que avanzábamos.
En la grilla de partida solo se hicieron presentes 14 de los 19 asistentes finales de aquella jornada, la mayoría de ellos, como si se hubieran puesto de acuerdo, llegando a último momento. Dos nuevos integrantes, compañeros de trabajo de Jeferson, Héctor Rincón y Edgar Gaitán. El día invitaba a pedalear y después de dos minutos de la hora indicada el grupo partió de Mosquera a buen paso en su búsqueda de la triple corona. Unos 200 metros antes de llegar al primer punto de fuga, las ilusiones de los que pelean por la Clasificación General se vinieron al piso, pues apareció el líder Luigi que ya lo daban por ausente, acompañado por el tigre Sander; quienes se unieron a la fiesta al paso de la caravana. Empezamos a subir juiciosos el Alto de Mondoñedo por su vertiente corta y nos mantuvimos unos 500 metros compactos antes que los felinos iniciaran las acostumbradas escaramuzas y cada quien tomara el partido que más se le acomodara. En la retaguardia quedamos los de siempre, esta vez con Sergio y José Melo (el Tocayo), abriéndome el camino y Gabriel rasguñándome la espalda. De los primeros no pude aguantar al paso, mientras que con el último, lo pude conservar a raya. En pleno ajetreo pasó Leonardo, quien trataba de recuperar la mayor cantidad de posiciones posibles debido a que había llegado retrasado a la salida.
En resumidas cuentas Sander se impuso sobre Jefferson y David en el podio. En la cuarta posición arribó Lucho seguido por Giovanny y Leonardo, que alcanzó a arrebatarles la casilla a Luigi y Javier. José llegó en el noveno puesto por delante de Paolo y Ruffo. Luego aparecieron mis amiguitos Sergio y el Tocayo, seguido por este cronista que no se había percatado que a pocos metros venía otro tigrillo retrasado, Rubén, que ya me pisaba los talones; seguido por último Gabriel al final.
Avanzamos hasta la Ye, en donde esperaba el último refuerzo, Yesid. Ya con el grupo en pleno partimos rumbo al segundo puerto, éste de tercera categoría, el Alto de Rosas. De nuevo a buen paso, no tardamos en llegar al siguiente punto de fuga, en donde sin más preámbulos nos lanzamos de nuevo hacia las nubes. Aparte de los retrasados, que ya no los había, la película fue casi idéntica al ascenso de Mondoñedo o por lo menos en lo que se refiere a la retaguardia. Mis compañeros de categoría Sergio y Tocayo, volvieron a tomarme ventaja y esta vez quedé solo con Gabriel y Yesid. El primero quería desquitarse conmigo en esta cima y no desaprovechó el repecho del peaje para poner terreno entre los dos, pero adivinando sus intenciones puse todos los fierros a funcionar y logré mantenerlo a raya otra vez al reiniciarse el ascenso. Por su parte Yesid venía de dos semanas de inactividad y el doctor le había recomendado no esforzarse mucho debido a unos “estirones” sufridos en la pasada subida al Tequendama, por lo que no representaba amenaza alguna.
Las cuatro primeras posiciones de Mondoñedo repitieron en Rosas, es decir Sander, Jeferson, David y Lucho. La quinta casilla esta vez fue para Leonardo seguido por Giovanny, Rubén, Javier, José, Luigi, Paolo, Ruffo, Sergio y el Tocayo. En el último kilómetro Gabriel pudo cobrar venganza y me ganó la posición limpiamente. Yesid cerró el grupo y su participación en esta etapa por las razones antes expuestas, ya que todavía nos faltaba La Marranera, de segunda categoría, con unas rampas que muy seguramente le acabarían de estirar lo que no se le había fregado en la anterior salida. Nos despedimos en el cruce a Sibaté y seguimos nuestro camino.
Llegamos al pueblo y doblamos a la derecha atraídos por la montaña. El ambiente era de camaradería pero se respiraba un falso optimismo. No era para menos, venía el tan esperado postre del día. Otra vez ad portas del punto de fuga todos fuimos calibrando el desarrollo más suave. Giramos a la izquierda para iniciar el puerto y el impacto se sintió de inmediato, las piernas tuvieron que levantarse sobre los pedales y sacar las fuerzas de reserva para superar esta primera rampa de bienvenida. Gabriel y el Tocayo, que seguramente no leyeron la crónica anterior, se empezaron a quejar de calambres y se quedaron. Los felinos subían a sus anchas clavando las garras en el pavimento y los demás apenas si podíamos seguirlos con las miradas en la primera herradura. Gabriel me alcanzó en el primer descanso pero volvió a flaquear en la siguiente tanda de rampas. Sergio, que iba por delante de mí, empezó a ceder terreno a mitad de cuesta y finalmente lo cacé en el último kilómetro.
De todos los tres puertos en disputa el día de hoy, La Marranera era el más importante pues daba más cantidad de puntos por su categoría y porque la llegada era el final de etapa. Leonardo, que había llegado sexto en Mondoñedo y quinto en Rosas, se había jugado la mejor estrategia que sus congéneres tigres y se llevó la etapa y el puerto.  Sander, ganador de los dos anteriores, llegó segundo. Jefferson tuvo que mirar los toros desde la barrera y conformarse con el tercer puesto. Luigi hizo lo posible por defender el liderato llegando en la cuarta posición pero perdiendo por un punto la clasificación. David, pese al duro desarrollo de su bicicleta logró quedar de quinto por encima de Lucho, Javier, Giovanny, José y Rubén. Paolo llegó de once, otra vez por delante de Ruffo.
Tomé la última herradura a la izquierda por la parte más alta, mientras que Sergio la cortaba por dentro. Esto le valió un mayor esfuerzo pero se ganó un par de metros, que luego multiplicó con un remate que no me dejó reaccionar.
La meta estaba literalmente a la vuelta de la esquina y el joven me ganaba sin piedad. Detrás de mí sin embargo, devolvía atenciones recibidas al Tocayo y a Gabriel.
Etapa corta, solo 55 kilómetros, pero con tres ascensos que pusieron a funcionar las estrategias de cada quien. Al final todos contentos por los objetivos personales realizados, que es lo más importante. Nos vemos la próxima.


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