Las Perras del Tablazo
Con 17 pedalistas partió el pasado 26 de Abril la Etapa 11 del Clásico BSR Apertura. Al paso por Siberia la caravana ciclística se vio robustecida por otros cinco integrantes que conectaron con el grupo para un total de 22 compañeros, dos de ellos nuevos: Yang Gómez y Jairo Pinilla. El primero es un joven deportista con un buen estado físico al que se le augura buenas presentaciones en las futuras salidas. El segundo es un hermano de Ruffo y de paso su entrenador personal, un ciclista de vieja data que hoy nos acompañaba aprovechando su visita por la capital.
Los primeros kilómetros se hicieron a ritmo moderado, más por el estado de la vía que por consentimiento del grupo que estaba que se andaba para calentar las piernas en este frío domingo. No obstante al llegar a Tenjo notamos que ya habíamos perdido dos hombres, José y Julián, quienes nos informaron vía telefónica que todo se debía a un par de pinchazos de éste último. Entramos en bandera amarilla mientras esperábamos la reconexión de los rezagados, pero la ventaja era tal que nos alcanzó para atravesar el pavé de la población de Tenjo y estacionarnos en el primer punto de fuga de la jornada. Luego de la “parada técnica” que se ha vuelto tradición en este sitio y en la que ya algunos tienen sus árboles y cercas marcadas, unas gotas de fina lluvia empezaron a anunciar la inminencia de la lluvia. En vista de que los que esperábamos eran de categorías superiores, los de la E y la D, arrancamos de una vez a subir el primer puerto, Alto de Canicas; claro está, con el beneplácito del resto de BSR.
Gabriel, Carlos, Yesid, Antonio, Yang, Sergio y yo; fuimos los encargados de abrirle paso al grupo en este Premio de Cuarta Categoría. Nos mantuvimos en grupo los dos primeros kilómetros sin agresión alguna, pero a partir del tercero Gabriel y Yesid empezaron a perder terreno mientras que Antonio, Yang y Sergio se iban distanciando, dejándonos en el medio a Carlitos y a mí. Al parecer el resto del grupo arrancó bastante después, pues no fue sino ad portas del último kilómetro cuando empezó el desfile felino, que ya iban desgranados por la batalla que muy seguramente se libró al comienzo de la cuesta, por lo que las posiciones no sufrirían alteración alguna en la cima. Jefferson, Sander y David fueron los ganadores del podio de Canicas. En el cuarto lugar Jhonatan sorprendió a Leonardo, mientras que Luigi atendía a José y Javier. En la novena plaza se presentó Giovanny, seguido de cerca por Mauricio, Miguel Angel, Michael, Jairo, Ruffo y Julián. La disputa de la D y E se la ganó Sergio a Antonio; y Carlitos hizo lo propio conmigo en el remate. Gabriel llegaría en el puesto 20 y Yesid cerraría en el 21.
Con el grupo completo y las piernas todavía calientes por este abrebocas, el grito de batalla inspiró a que nos lanzáramos en descenso hacia Subachoque: “Vamos compañeros por las perras del Tablazo”. Llegamos a la plaza del pueblo donde por cosas del destino, se dio la misma largada del puerto anterior, esta vez por una falla en la flaca de Giovanny que tuvo que ser llevada de Urgencias a la bicicleteria del pueblo.
Seis pedalistas arrancamos adelante, pero en esta ocasión Julián reemplazó a Antonio quien no nos podía acompañar (y más bien se salvó) al ascenso del Tablazo por compromisos adquiridos. Las diez cuadras que más o menos nos separaban del segundo punto de fuga, fueron aprovechadas por Yesid y Gabriel como ventaja de los aventajados. Los cuatro restantes nos fuimos a paso de turista degustando unas colaciones que Carlitos acaba de comprar y que muy amablemente nos compartió, antes de que la loma nos hiciera saborear lo que era bueno cuando de subir se trata.
Pasamos los últimos policías acostados y las bicicletas fueron tomando vuelo, no por la velocidad precisamente, más si por la inclinación que asimilaba un despegue. A unos cien metros Yesid y Gabriel estaban en pleno combate con la montaña y se arqueaban sobre sus caballos metálicos para ganar terreno a como diera lugar. Poco a poco nos adentramos en las faldas de este terrible cerro y sin dejar de pedalear hicimos lo propio con mis secuaces. Luego de salvar la primera rampa, dábamos alcance a la avanzada que sucumbía sin heridas de gravedad poniendo pie a tierra. Julián se puso al frente de las acciones seguido por Yang que se aferraba con todas sus fuerzas a su rueda, Carlitos y yo, que no queríamos que este par nos tomaran mucha ventaja. Atrás ya había quedado también Sergio, quien hoy no se encontraba en su mejor momento de escalada y perdía terreno a cada pedalazo.
La montaña apenas nos dejaba tomar un nuevo aire en los pocos y cortos descansos que nos ofrecía para luego volver a mortificarnos con otra seguidilla de inclementes rampas. Julián y Yang no bajaron la guardia en estos oasis para las piernas y nos tomaron algunos metros de ventaja. Justamente en el penúltimo de ellos pasó Jeferson como volador sin palo, pedaleando a toda marcha en un corto descenso, maniobra un poco peligrosa dado lo mojado que estaba el pavimento. Lo seguían de cerca Leonardo y Sander, y un poco más atrás David nos pasó ya de nuevo en terreno ascendente. Carlitos, que se había recuperado un poco, aprovechó la rueda de éste último y me dejó hablando solo mientras coronaba el último repecho. En este punto me dio alcance Jhonatan preguntándome cuánto quedaba para la cima. Le dije que el fin ya estaba cerca. Y no me equivocaba para nada, al frente mío, majestuoso, imponente y amedrentador se alzaba la “crema y nata” de este puerto fuera de categoría, un verdadero muro de concreto que nos recibía con una rampa del 15% y se perdía en una curva a derecha donde, de llegar, nos recibiría otra del 18% para luego “descansar” con una del 11%; todo esto en medio kilómetro infernal.
El impacto fue inmediato en las piernas que se vieron en graves aprietos para mover el 50-34 del desarrollo elegido, el mejor que tenía para esta mole. A paso lentísimo pero seguro, fui avanzando en línea recta (aunque no me crean) evitando así alargar el sufrimiento. Luigi y luego Javier fueron los siguientes tigrillos en pasarme justo en este punto, se les veía mejor aunque también sufrían sobre sus flacas. Doblando la curva divisé a Carlitos que a pesar que se había entregado en cuerpo y alma, aterrizaba en lo más duro del combate. Su voz de aliento me sirvió para no dejarme contagiar del impase y continuar con la siguiente “perra”, pues así le llamamos en el argot ciclístico a estas rampas por encima de los dos dígitos. Allí iba Julián, trancado pero avanzando lo mínimo. El sobrepaso parecía el de dos tractomulas cargadas a punto de reventar el motor. Con el último aliento me deseó lo mejor en el más allá, que afortunadamente estaba más acá de lo que creíamos.
La inclinación cedió otro poco y ya solo restaban unos doscientos metros. José me llegó en esta última parte, venía también con los restos, con él delante de mí entramos en barandas al premio de montaña del Tablazo. Cesó el terrible puerto.
La inclinación cedió otro poco y ya solo restaban unos doscientos metros. José me llegó en esta última parte, venía también con los restos, con él delante de mí entramos en barandas al premio de montaña del Tablazo. Cesó el terrible puerto.
Los tigres de la A Jeferson, Leonardo y Sander A hicieron el podio. David entró cuarto seguido por Jhonatan, Luigi, Javier y José. En el noveno puesto arribó Giovanny y detrás de él Ruffo, quien por primera vez le ganaba a su hermano. Michael llegó de once, Jairo de doce y Miguel Angel de trece. Aunque yo entré después de José, realmente yo llegué en la casilla catorce detrás de Yang pues hay que tener en cuenta que salimos con ventaja desde el parque. Julián hizo el puesto quince y tras él llegaron Sergio, Gabriel y Yesid. Tomamos un refrigerio mientras esperábamos a Mauricio que misteriosamente no se reportaba. De nada valían las llamadas pues la señal era nula en esta cumbre. Empezamos a descender con mucha precaución y a mitad del puerto encontramos al viejo Mao sano y salvo acabando de despinchar su bicicleta que hoy se había negado a coronar a su jinete.
Con el grupo completo de nuevo llegamos a Subachoque y seguimos de largo hacia la capital.
El ritmo fue aumentando poco a poco a medida que ganábamos nuevamente la confianza en nuestras piernas. Los felinos se alternaron el timón del expreso y nos llevaron sin percance alguno a Puente de Piedra. Al pasar la glorieta pasé al frente y contuve la jauría mientras superábamos el repecho de la arenera y posteriormente los peligrosos reductores de velocidad. Pasamos bajo el puente peatonal que nos sirve de indicador de punto de fuga y se acabó la tregua. El arranconazo fue inmediato por parte de estos gatos bandidos y volví a quedar en compañía de la moto 3 en compañía de Gabriel, Yesid, Carlitos y Julián. Tratamos de mantener un ritmo aceptable para el remate pero el viento y el cansancio acabaron por dispersarnos por la Autopista Medellín, llegando únicamente en compañía de Julián a la meta, quien aprovechó para devolverme las atenciones recibidas en el Tablazo.
El remate fue ganado en un cerrado y espectacular sprint por Sergio, quién le arrebató a Sander la etapa en los últimos veinte metros. Luigi completó el podio y Leonardo entró de cuarto seguido por David, Giovanny, Miguel Angel, Javier, Jairo, José, Jeferson, Jhonatan, Michael, Ruffo, Carlitos, Mauricio, Julián, yo, Yesid y Gabriel.
Es todo compañeros, nos vemos la próxima Dios mediante.
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