CRÓNICA VUELTA DE LA SABANA

Un Tren Llamado Deseo
 (por Fernando Ahumada)


Primera Etapa con sabor bastante agridulce la vivida el domingo pasado en el interior de Bogotá Sobre Ruedas.  Muy temprano Peter y Rubén cancelaron su participación en la salida por motivos personales el primero y fallas mecánicas el segundo, algo aceptable y dentro de las posibilidades. Lo que si no es aceptable, desde ningún punto de vista, fue el hecho de que a la altura de la Avenida Caracas con Jiménez, nuestro compañero Arley fuera despojado vilmente de su bicicleta ante la mirada atónita e impotente de Julián, quien no tuvo más remedio que arrancar en solitario para no ser también víctima de estos hijos de puta que están azotando las calles de las ciudades colombianas. Y aunque algunos dirán que el sector es bastante peligroso y que “no hay que dar papaya”, no es justo que estos miserables nos tengan intimidados y prácticamente nos toque andar con los ojos puestos a los 360 grados en cualquier parte por la que transitemos, pues no hay sector donde no roben, llámese centro, sur, norte, occidente, etc. Como van las cosas ya no sería raro que adicionalmente a las herramientas que llevamos para “el desvare” nos toque añadirle un arma de dotación para poder enfrentar a esta plaga. ¡Lo que faltaba! 

Para el viejo Arley mis más sinceros sentimientos de solidaridad y repudio total por lo sucedido; así como recodarle que cuenta con el respaldo de todo el grupo para lo que necesite, pues para eso estamos. También le agradezco, aunque suene un poco raro, que no se haya resistido al robo, pues ya sabemos que los desenlaces no son muy buenos cuando de hacerse el héroe se trata y mucho más un indefenso ciclista, que lo único que hace es salir a hacer deporte, y es mejor en estos casos ceder nuestras preciadas bicicletas pero conservar la vida a toda costa.

Con estas malas noticias como preámbulo, al final nos dimos cita en el punto de encuentro 25 pedalistas, superando el quórum del Prólogo y pronosticando una buena y nutrida asistencia para este 2015. La cuestión era sencilla, salida en grilla por categorías para subir el Alto de Patios, donde nos reagruparíamos para continuar con el recorrido.
A las 7:30 a.m. en punto estaba programado que salieran los dos únicos participantes de la Categoría E, Rafael y Yesid, pero en vista de que éste último estaba haciendo mejor tiempo que yo, que supuestamente soy de la D, me aventuré a proponer que saliéramos las dos categorías al tiempo y acumuláramos las diferencias con relación a los de la C. Dicho y hecho, salimos también en compañía de Parra, Julián, Pinto, Antonio, Sergio, Fabio y Gabriel. Cuatro minutos después saldrían Mauricio, Elkín, Paolo y Carlos; a los dos minutos los de la B: José, Javier, Lucho, Luigi, Giovanny, Cristián, David, Jorge Edgar y Miguel Angel, el estreno del día. Por último a otros dos minutos Sander y Leonardo.

La delantera me duró mientras me acomodaba el impermeable en el bolsillo trasero, al paso por el sector conocido como Belisario, ya Pinto había puesto la rueda a seguir, ejemplo que juiciosamente siguió Parra, Sergio y Julián. Los demás seguimos a un paso realmente moderado. Extrañamente la ventaja sobre los perseguidores se mantuvo por un largo rato, lo que me hizo caer en cuenta que habíamos cometido un error garrafal en la grilla, pues el salir las dos categorías inferiores al mismo tiempo daba una ventaja extra de dos minutos a los de la D sobre los demás, bueno, por lo menos a los que estaban en mejor estado físico.

Bajo esas circunstancias Antonio se puso adelante mientras que Yesid y yo lo escoltábamos, no miré hacia atrás pero muy seguramente venían Fabio, Gabriel y Rafael. El primero en hacer el sobrepaso fue David, iba literalmente volando, traía a otro pedalista pegado a su rueda. Llevaba una buena ventaja sobre José y mucho más con Javier y Lucho que iban encadenados. Al poco tiempo pasó Mauricio también con un buen paso. Más adelante Yesid atacó a Antonio y éste se fue a su rueda, dejándome solo en medio de la cacería. Luego pasarían en solitario con leves intervalos Luigi, Jorge Edgar y Giovanny. No muy lejos avanzaba Sander que ya los tenía en la mira e iba recortando terreno a los punteros a buen paso.  Siguieron los sobrepasos con Elkin, Leonardo, Paolo, Cristian y Miguel Angel. Esa era pues la situación de carrera a la altura del kilómetro 4.5 del Alto de Patios. Fabio me vino a dar el golpe de gracia unos metros más adelante, mientras que ya tenía de nuevo a la vista a Yesid a unos 70 metros, pero al llegar al sector de la Capilla volví a perderlo y creo que yo también me perdí. Gabriel me remató en el último kilómetro y ya no tuve fuerzas para recuperar casilla alguna.

El gran vencedor del puerto fue Parra, quien no solo aprovechó su ventaja extra sobre los felinos, sino que se hizo un tiempazo personal que le valió su ascenso a la Categoría C. ¡Felicitaciones Alvarito! No hay mal que por bien no venga. El vuelo de David le alcanzó para ser segundo y completando podio Julián, quien también está haciendo pinitos para la C. El tigre Sander alcanzó el cuarto puesto seguido de Pinto y los felinos José, Javier y Lucho. Luego entrarían Mauricio, Luigi, Jorge Edgar, Antonio, Sergio, Giovanny, Elkin, Leonardo, Fabio, Paolo, Yesid, Cristian, Miguel Angel y Gabriel. Detrás de mí solo llegaron Rafael y Carlos, que hasta ahora volvió a coger su bicicleta después de las vacaciones de principio de año.

Esperamos a que el campeón defensor Javier, se recuperara un poco luego de un bajonazo en la cima que no pasó a mayores, y nos descolgamos hacia La Calera donde Jorge Edgar y Pinto nos abandonaban por falta de tiempo y algunos aprovecharon para abastacerse pues hoy no teníamos refrigerio. El grupo siguió la ruta programada y en ordenado pelotón subimos Las Arepas, con Yesid y yo a manera de neutralizadores.
Obviamente iban relajados, comentando y riendo, mientras que adelante ascendíamos con la lengua afuera. Pasamos el cruce de Guasca y casi llegando a Sopó, otra parada, la última, para desocupar vejigas y cuidar la próstata. Arrancamos de nuevo y poco a poco fuimos ganando en velocidad hasta que doblamos hacia Briceño donde había paso restringido a un carril y pasamos con mucha precaución en fila india. Una vez superado este último obstáculo, retomamos el ritmo con Lucho y conmigo a la cabeza. Pasamos por debajo de la Carretera Central del Norte y llegamos a Briceño, donde sin mediar palabra doblamos a la izquierda y nos enfilamos hacia la capital.

El punto de fuga ubicado a las afueras, fue tomado con calma y casi imperceptiblemente fuimos aumentando las revoluciones que ya estaban sobre los 40 km/h, pero con el grupo compacto. Por mi parte  ya me había ubicado en la retaguardia al abrigo del viento. Los felinos fueron buscando su mejor posición para responder a cualquier ataque, pero éste no se vino a dar sino unos dos kilómetros después, cuando Luigi presionó por el costado izquierdo y desencadenó la estampida esperada. En menos de nada quedé flotando en la autopista, pues todos los compañeros hicieron su mejor esfuerzo para sostener el paso y el lote se fraccionó en varios pedazos. Todavía nos restaban 15 kilómetros de terreno plano a tope y solo Fabio quedaba atrás de mí, cuando vimos a Rafael que se quedaba y se bajaba de su bicicleta. Pasé por el lado y me enteré que estaba aquejado de calambres por lo que seguí de largo ya que no era mucho lo que podía hacer.

Los más cercanos que tenía por delante eran Gabriel y Yesid, que aunque a una velocidad por encima de los 35 km/h, sostenían el paso y avanzaban juiciosamente. Me propuse alcanzarlos maniobrando cambios aquí y allá a medida que el terreno lo permitía, pero cuando los tenía casi conectados se me volvieron a ir, ni modo. Traté de no perderlos de vista y permanecer a sus espaldas esperando un viento favorable para alcanzarlos de nuevo, cuando de pronto se me apareció la Virgen en forma de ocho ciclistas que avanzaban a buen paso. Sin pensarlo dos veces me subí al último vagón de ese tren y comenzó a cambiar el decorado de la etapa. En menos de un minuto ya estaba al lado de Gabriel y Yesid, a quienes extendí invitación para que se unieran a la fiesta. El tren seguía avanzando a paso endemoniado y a la distancia otros tres Sobrerruedistas se vislumbraban en el horizonte. No tardamos mucho en conectarlos, primero a Carlos quien declinó la oferta, y luego Paolo y Julián que también se subieron y aprovecharon el pase de cortesía.

Nos acercábamos al repecho que precede a Almaviva y algo me decía que nos iban a cobrar y bajarnos del tren. Me concentré en el pedaleo y subí unos piñones para suavizar la cadencia pero sosteniendo la velocidad. No levanté la mirada y siempre estuve pendiente de la rueda trasera que iba adelante mío. La estrategia funcionó y logré quedarme en primera clase. Yesid en cambió se rezagó pero unos metros más adelante volvió a “coluncharse” a la locomotora.  Pasamos el cruce de Chía y con el reinsertado ya planeábamos nuestro remate por el flanco izquierdo en aras de poder sorprender a nuestros compañeros en la raya de sentencia; pero adelante los maquinistas ya estaban cansados de los patos, que por cierto no habían trabajado para nada.

Casi imperceptiblemente fueron moviendo los cambios, montando los más agresivos y letales para un cicloturista como uno. Como pude volví a aplicarme a las reglas propuestas y saqué también mis fierros. La velocidad ya estaba por encima de los 45 km/h y no tardaría en subirse al quinto piso en poco tiempo. A lo lejos una chaqueta naranja identificaba a Mauricio pedaleando solo contra el mundo. La cacería era inminente y la presa no se había percatado. El tren tambaleaba sobre los rieles y amenazaba con descarrilarse a vísperas de la meta. Las piernas acusaban dolor por el esfuerzo hecho y pese a mi más enconado deseo, tuve que abandonar el vagón que me había arrastrado más de 13 kilómetros, pero con gran satisfacción pude darme cuenta que mis compañeros polizones no habían corrido con tan buena suerte y habían saltado mucho antes que este pecho lo hiciera. No obstante seguí pedaleando aprovechando el impulso que llevaba y que era de tal magnitud que me alcanzó para pasar de largo al viejo Mao y sacarle una buena luz al cruzar la meta, mientras todavía veía a lo lejos aquel monstruo mitad máquina, mitad humano, que se adentraba a paso trepidante a pocos kilómetros del casco urbano de Bogotá.

El flamante ganador de la etapa fue Sander, de quien dicen las malas lenguas, que iba detrás de una moto y aprovechó la succión. Leonardo y Luigi completaron el podio, mientras que Sergio volvió a sorprender en el cuarto puesto, seguido de David, Lucho, José, Javier, Miguel Angel, Parra, Giovanny, Cristian, Elkin y Antonio.  Detrás de mí Mauricio, Yesid, Paolo, Gabriel, Julián y Carlitos. Cerrando el viejo Fabio que si le prestó atención a los calambres de Rafael y le sirvió de gregario hasta la meta.

Eso es todo compañeros, nos vemos la próxima.

No hay comentarios.: