Dos Películas con el Mismo Guión
(por Fernando Ahumada)
El cielo totalmente cubierto que invitaba a quedarse metido bajo las cobijas, no fue disculpa para 25 de nuestros compañeros el pasado domingo primero de febrero, 17 de los cuales muy juiciosos a las 7:31 de aquella mañana pasábamos bajo el puente de guadua que da la despedida de la capital por la Autopista Medellín. Llegados a Siberia y superado el puente, los restantes 8 se unieron a la caravana ciclística para dar cumplimiento a la tercera etapa del Clásico BSR Apertura 2015.
El ritmo más bien moderado en cabeza de Jorge Edgar y yo, neutralizó a los pasistas que no veían la hora de subir las revoluciones. La tachuela de la Arenera fue tomada con calma, sin escaramuzas de los escaladores, después de lo cual el grupo se estiró como es habitual en los descensos. Al llegar a Puente Piedra doblamos a la derecha y nos vimos reagrupados de nuevo, gracias en buena parte al mal estado de la carretera en este tramo de inicio. Una vez superados los baches, los dos Alvaros, Tovar y Parra, pasaron a comandar las acciones del lote y poner las agujas al tope de 30 km/h permitidos por la Organización. Con leves cambios en el frente, ahora comandados por Luigi, llegamos a la última curva a izquierda antes de enfrentarnos al repecho de la Virgen. Los tigres empezaron a tomar posiciones en la vanguardia y al doblar de nuevo a la derecha, el crujir de cambios desató los deseos reprimidos de la algunos BSR, que haciendo alarde de sus capacidades tomaron la delantera y empezaron a calentar piernas con el primer asomo de montaña del día. No obstante Javier y Sander prefirieron guardar energías y no entrar en gastos tan temprano y a la rueda de ellos llegamos otros gatos al cruce del Rosal para luego descolgarnos hacia la base del muro del Subachoque, donde tocó utilizar los primeros cartuchos y pedalear de pie para escalar al parque del pueblo.
Seguimos de largo y fijamos rumbo a La Pradera, ya con el grupo otra vez compacto, y nos dispusimos a salvar la docena de repechos que se encargarían de minarnos las piernas tanto de ida como de regreso en 22 kilómetros de columpios sin descanso, pues la visita al pueblo sólo consistió en una vuelta al parque principal.
Al llegar a este punto el terreno ya había hecho algunos estragos en la unidad ciclística y el lote llegó en tres pedazos, siendo los primeros los que pagarían los platos rotos más adelante por haber gastado más de lo debido, mientras en el segundo grupo llegamos un buen porcentaje de los que íbamos a paso moderado y un tercero que se rezagó por parada técnica anticipada. Los tres “combos” volvieron a fusionarse de regreso y solo un par de unidades se quedaron un poco atrás, entre ellos Rubén, quien ya acusaba un inusitado cansancio físico, algo extraño para una de nuestros tigrillos.
Al llegar a este punto el terreno ya había hecho algunos estragos en la unidad ciclística y el lote llegó en tres pedazos, siendo los primeros los que pagarían los platos rotos más adelante por haber gastado más de lo debido, mientras en el segundo grupo llegamos un buen porcentaje de los que íbamos a paso moderado y un tercero que se rezagó por parada técnica anticipada. Los tres “combos” volvieron a fusionarse de regreso y solo un par de unidades se quedaron un poco atrás, entre ellos Rubén, quien ya acusaba un inusitado cansancio físico, algo extraño para una de nuestros tigrillos.
El total del quórum finalmente se detuvo en pleno en la antesala del primer punto de fuga del día, que fue aprovechado por propios y extraños para desocupar nuestras acosadas vejigas en cuanto palo se alzaba a la vera del camino; luego de lo cual algunos integrantes se quitaron sus impermeables para no acalorarse demasiado en el ascenso. Un breve receso que sirvió también para hacer el censo de los asistentes y verificar que no hubiéramos perdido a ningún hombre en los kilómetros previos. Hechos todos los ajustes, no había más tiempo que perder, la montaña nos esperaba.
Ensillamos las bestias, pusimos los relojes en cero y arrancamos a subir. La embestida fue inmediata. Tigres, tigrillos y gatos se lanzaron a cual más a devorar los 7 kilómetros que nos separaban de la cima: Cristian picó en punta y Sander se fue tras él mientras que Parra, Alvarito, Lucho, Javier, Jorge, Luigi, Pinto, Mauricio, Leonardo, Giovanny, Elkín, Paolo y Miguel Angel formaban el grupo perseguidor. Un poco más atrás Sergio y Andrés hacían su mejor esfuerzo por sostener el paso y en la retaguardia Peter, Sebastián, Yesid, Rubén y yo, mirábamos los toros desde la barrera. Fabio, Rafael y Gabriel quedaron cortados en la arrancada y cerraban el pelotón.
Lo primero que vi raro fue a Rubén andando con nosotros, se lo dije, y solo atinó a sonreír mientras apretaba algo el paso y se nos escapaba de a pocos. Desde atrás lo vimos como conectaba con Sergio y Andrés, reemplazando a este último quien empezó a rezagarse para luego quedar absorbido por nuestro grupito que al mismo tiempo era reforzado por Fabio que nos daba alcance. Antes de llegar al sector de la escuela, los europeos se apoderaron de la punta en cabeza del viejo Sebas que amenazaba con dejarnos tirados. Sin embargo nuestro compañero español ya estaba diezmado en el viaje a La Pradera y tuvo que bajar el ritmo. Tomamos un nuevo aire en el siguiente descanso y vimos como adelante Sergio ya había soltado a Rubén, que ya se debatía con su flaca en solitario, convirtiéndolo en nuestra presa a cazar.
Retomamos la cuesta y esta vez Yesid fue el encargado de manejar el velocímetro. Tan buen trabajo hizo que cuando nos percatamos ya se nos había escapado sacándonos una buena ventaja. Al pasar la herradura que se abre a la derecha pudimos ver que había pasado de largo a Rubén y seguía a buen ritmo. Decir que apretamos el paso sería una mentira, pero lo que sí puedo afirmar es que no bajamos la guardia. Pronto nos vimos las caras con el tigrillo Rubén quien definitivamente no estaba en su día, no tuvo garras para tomar la rueda y se quedó atrás. Volteé a mirar para verificar que el felino se había rezagado y me di cuenta que también habíamos perdido a Sebastián y a Fabio. Ahora solo quedábamos Peter, Andrés y yo. El viejo Yesid ya estaba pagando por su ataque tempranero y a falta de un kilómetro volvimos a conectarlo. La cima se acercaba y empezamos a vaticinar quien ganaría de los cuatro. El más opcionado era Andrés por tener la fuerza explosiva para esta clase de remates, pero no debíamos echar en saco roto a Peter, gallo viejo de mil batallas con esta cuesta. El tercer lugar era de pronóstico reservado entre Yesid y yo, con quien teníamos una deuda de la última ascensión, con saldo a favor mío.
Los latidos se hicieron más intensos, tomamos mano a mano la última curva y avistamos la cima a unos cien metros de distancia. Apretamos el paso, ahora sí, y movimos algunos cambios para ganar potencia. Andrés se abrió por izquierda y se paró en pedales, mientras que yo traté de pegarme a su rueda. Peter iba a mi derecha y Yesid empezó a perder terreno. El pronóstico se estaba cumpliendo con un Andrés que ya nos sacaba suficiente luz para ganarnos la posición, pero hice mi mejor esfuerzo y no le rebajé un ápice a la cadencia, lo que me alcanzó para soltar a Peter y llegar de segundo de los cuatro.
El puerto se lo llevó Sander seguido por Leonardo, mientras que Lucho le arrebató el tercer puesto a Edgar en los últimos metros. En la quinta casilla arribó Javier seguido por Luigi, Alvarito y Cristian. Giovanny la vió dura para poderse sacudir de Parra quien lo alcanzó y le pegó su susto en la recta final. Detrás entraron el resto de la C: Mauricio, Miguel Angel, Elkin y Paolo. En el puesto 15 llegó Pinto escoltado por Sergio, quien fue el que antecedió el duelo de la moto 3.
Después de Yesid llegó Fabio, Sebastián, Rubén, Rafael y Gabriel. A la llegada de éste último nos descolgamos de inmediato, pues el cielo amenazaba lluvia.
Después de Yesid llegó Fabio, Sebastián, Rubén, Rafael y Gabriel. A la llegada de éste último nos descolgamos de inmediato, pues el cielo amenazaba lluvia.
El paso por Tabio, como siempre amenizado por sus adoquines, demoró un poco el tránsito, que luego fue recuperado paulatinamente en el camino hacia Tenjo, donde desafortunadamente el líder de la general, Sergio, sufrió un pinchazo y hubo que prestarle los primeros auxilios. Reiniciamos la etapa y recogimos por el camino los compañeros que iban adelante en el momento del incidente; los últimos de los cuales estaban ad portas del segundo punto de fuga a la salida del pueblo. Con el grupo otra vez unificado, empezamos a subir las revoluciones con las que llegaríamos a tope a la meta.
De nuevo Cristian fue el encargado de lanzarse al ruedo de primero, ejemplo que siguieron los de siempre. Atrás quedamos prácticamente el mismo grupo con el que habíamos escalado Canicas a excepción de Fabio que había tomado rueda de los punteros. El grupo se desintegró prácticamente en pedazos. Yesid, Peter y yo, pudimos tomar la rueda de Rafael, quien iba a muy buen paso y nos llevaba a la caza de Mauricio, Andrés y Rubén que se veían en la distancia. El guión de la película empezaba a repetirse con algunos ligeros cambios. Otra vez el tigrillo Rubén empezó a quedarse y pronto fue absorbido por nosotros y más tarde el turno fue para Andrés. Los repechos, que había que tomar con todo el desarrollo puesto, fueron diezmando a los perseguidores y pronto perdimos a varias unidades. A lo lejos la chaqueta naranja de Mauricio luchaba por no dejarse recortar terreno.
En un leve descenso me jugué el todo por el todo y puse todos los fierros en juego con un 50-12. El impulso me lanzó por delante del viejo Rafa y me acercó a pocos metros de Mauricio. Entramos en los últimos kilómetros y ahora estábamos solos cada uno luchando por no dejarse alcanzar del otro. Las ventajas eran similares entre Mauricio, yo y Rafael y nadie quería ceder en su empeño. Penúltima curva a la izquierda y una recta de nunca acabar. A la distancia se veía la variante a Cota donde estaríamos a cien metros de la meta. El viento rugía en contra y todos nos esforzábamos por cortarlo lo mejor posible. Adelante Mao frenó para pasar un corto pedazo en destapado, lo cual aproveché para alcanzarlo y convertir a mi flaca en una todoterreno. Mauricio se percató y arrancó con todo. Volteé a mirar y Rafa ya me pisaba los talones. Me pegué como pude a la rueda de Mauricio, pues era la única forma de volver a dejar a Rafa. La estrategia funcionó y Mao me acercó a la raya de sentencia donde aplicó un par de cambios más y cruzó primero. Yo ya no tenía con qué, estaba en las últimas.
Como el caballero repite, Sander se llevó el sprint y la etapa, seguido por Leo y Cristian, que hizo un buen trabajo esta vez y logró hacer su primer podio de la temporada. Jorge, antaño ganador de este remate, llegó en cuarto lugar por delante de Giovanny, Alvarito, Lucho, Parra, Elkin, Miguel Angel, Luigi, Pinto y Sergio que perdió el liderato. El actual campeón del Clásico, Javier, llegó en la casilla 14, seguido por Paolo, Fabio, Mauricio, yo, Rafael, Rubén, Peter, Andrés, Yesid, Gabriel y Sebastián.
Es todo compañeros, nos vemos la próxima.
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