CRÓNICA DE SANTANDERCITO

Calorcito en Santandercito
 (por Fernando Ahumada)

Catorce pedalistas tomamos la partida en Mosquera el pasado domingo 22 de Febrero. En reemplazo de Julián que canceló a última hora, un amigo de Cristián, Alex, se unió a la salida número cinco de BSR. Como suele suceder en este puerto, me fue adelante para neutralizar la carrera y evitar ataques antes del punto de fuga. Esta vez me acompañaban en la vanguardia el champion reinante Javier y el actual líder de la General, Luigi; quien no quiso dar ni un centímetro de ventaja a sus rivales directos.
Una vez llegamos al sitio en cuestión, el primero en lanzar el hachazo fue Cristian, con cuyo gesto pronosticaba que hoy no estaba para perder el tiempo. De inmediato tigres, tigrillos y felinos de menor categoría siguieron el embate del agresor y uno a uno dejaron a éste cronista en compañía de la moto 3 junto a Sergio y Gabriel.
En la vanguardia los ataques iban y venían a la orden del día y la cantidad de ciclistas propios y ajenos añadido a que no traje los binoculares para seguirlos de lejos, me impidió ver bien el desarrollo de las acciones. Por el lado de la retaguardia, Sergio pasó adelante y se llevó consigo a Gabriel con el impulso, pero éste último no aguantó mucho el ritmo y unos metros adelante perdió la rueda. Yo por mi parte a mi mejor estilo, seguí a paso moderado sin perderlos de vista y pronto me vi dándole alcance a Gabriel y sacándole algunos metros de ventaja, los mismos que me descontaría más tarde cuando llegamos al primer pequeño descanso de la pendiente.
La situación volvió a repetirse al empinarse de nuevo la montaña, donde apretando un poco el paso logré poner un buen trecho de pavimento entre los dos y de paso recortarle terreno a Sergio, quien sin embargo ya estaba coronando la última recta y se quedaba con la casilla 12. En la cima el invitado Alex ya se había reportado de primero, seguido por Sander y Leonardo. Cristián alcanzó a llegar en la cuarta posición y en su orden fueron entrando Lucho, Luigi, Giovanny, Javier, José, Alvarito y Rubén.
Giovanny abandonó al grupo en Mondoñedo por falta de tiempo para acabar la etapa, pero en el sector de la Ye se nos unieron dos nuevos refuerzos: Yesid y Paolo. Con el grupo ahora conformado por 15 unidades, nos descolgamos por la vía a La Mesa hasta Puerto Araujo o 27, donde doblamos a la izquierda y nos adentramos en territorio del Tequendama. Luego de 9 km de descenso sin parar, aterrizamos en la población de San Antonio del idem valle donde la tropa se dispuso a recargar baterías con vista al premio de primera categoría que se nos avecinaba, el primero del año. A falta de un hombre en el conteo de seguridad, nos dimos cuenta que Cristián no estaba y hubo que llamarlo al orden, enterándonos que el impulso lo había llevado hasta Santandercito donde ya estaba instalado cómodamente. Sin embargo, para no contravenir las normas, regreso del puesto de avanzada y se reunió con el resto de la compañía con quien disfrutó los últimos momentos del refrigerio que ya estaba por caducar.
El calor iba en aumento y el sol no quería dar tregua. A las 9:30 pasamos todos al frente de la iglesia donde una multitud se reunió para ver la largada de la grilla de partida con destino a la Sabana de Bogotá.
Aunque no faltará quien diga que la cantidad de gente se debía a la misa que se celebraba en el recinto sagrado. Luego de una oración solemne y privada y la bendición en el atrio, Yesid, único representante de la categoría E, partía rumbo hacia las nubes con el optimismo de coronar sin mucho sufrimiento. El segundo contingente compuesto por Gabriel, Sergio y yo; salimos cinco minutos más tarde con los mismos deseos que el anterior pero saltándonos las peticiones celestiales que nunca sobran antes de estos sacrificios. Paolo en solitario nos perseguiría a cinco minutos y con la misma ventaja sobre los tigrillos: Alvaro, Lucho, José, Javier, Cristian, Luigi y Paolo. Los tigres de la A: Sander, Leonardo y el invitado Alex; harían lo mismo con sus congéneres.
Un corto descenso nos despidió de la población que hoy recibió la caravana de BSR, sería el último que disfrutaríamos en este puerto, por lo menos hasta llegar al Salto del Tequendama. Las pendientes se alternaban entre suaves y duras y al llegar a Santandercito los repechos “pedaleables” no se volvieron a ver. Una rampa de considerable porcentaje atravesaba la entrada al pueblo y nos desembocó en otra calle que aunque más benévola no dejaba mucho tiempo para descansar las piernas. En este sector perdí la rueda de mis compañeros y tuve que conformarme con seguirlos con la vista hasta perderlos en la distancia. A falta de un kilómetro para salir a la carretera principal que conduce hacia Mesitas, Paolo apareció silenciosamente, y luego de un breve saludo volvió a esfumarse. Apenas llevábamos 5 kilómetros y ya nos había dado alcance. Una media de un minuto por kilómetro de descuento, nada despreciable para un fantasma.
Llegué al cruce y pude atravesarme sin tener que parar por el tráfico. De aquí en adelante tenía doce kilómetros ininterrumpidos de cuesta y ya el tanque de gasolina iba por la mitad, además que el sol seguía haciendo de las suyas. En la primera recta larga que tuve al alcance logré divisar de nuevos a mis compañeros, quienes estaban a punto de ser sorprendidos por Paolo, su suerte estaba echada. Seguí pedaleando con la mirada baja para no agotarme con lo que me esperaba. En el kilómetro 8, sentí una garra en mi espalda, era Cristian, el primer tigrillo, que al pasar sonreía como si el terreno inclinado no le hiciera mella. -Esta es suya- alcancé a decirle cuando se alejaba. Pasarían unos dos minutos calculé yo, cuando justo antes del zoológico las fieras empezaron a gruñir. Una completa jauría se dirigía con la mirada fija en la montaña: Alvarito, Lucho, José, Javier y Luigi conformaban el grupo perseguidor. El primero me interrogó sobre el fugitivo, a lo que le contesté que ya iba bien adelante.
El siguiente en alcanzarme fue Sander, como siempre subiendo como una moto con silenciador, algo me dijo que no recuerdo, de aquí en adelante no podía gastar energía escuchando. Pasaron otro par de minutos antes que llegara Rubén, antaño compañero de cacería de los tigrillos, hoy en solitario, seguramente recuperándose todavía de las fiestas decembrinas que no lo han dejado ponerse a punto. El turno ahora fue para Alex, el invitado, quien no dijo nada en el momento del sobrepaso (o yo no quise escuchar) y solamente se le veía concentrado en su esfuerzo personal. Atrás de él y un poco más lejos, el Tigre alfa de hace un par de años, Leonardo, que ahora se toma los puertos sin afanes, siempre con su paso moderado de principio a fin, que sin embargo le da buenos resultados. A él le pregunté que si venía alguien más, su respuesta me dejó de inmediato en la retaguardia.
Moto 2: En la sección felina los 5 tigrillos siguen avanzando juiciosos. Ya los tigres de la A los han dejado atrás, así que la pelea es interna. Es en una recta larga y cansona cuando Alvarito da el zarpazo, los demás se miran atónitos pero no hacen nada para contrarrestar el ataque. Solo Lucho, un tiempo después toma la iniciativa, obteniendo una respuesta nula de sus colegas. El grupillo finalmente se desmorona cuando Javier le empieza a tomar ventaja a José y éste a su vez hace lo mismo con Luigi.
Moto 3: Kilómetro 12 y la situación en carretera, sobre todo aquí atrás, no se ve con buenos ojos. Aparte del cansancio en las piernas, acuso dolor en la espalda y algo de baja en la autoestima. Para lo primero trato de pararme por ratos en pedales y descanso las zonas afectadas. Para lo segundo me empiezo a fijar metas. A lo lejos todavía veo con regularidad a mis compañeros de categoría, van los dos como hermanitos subiendo la cuesta. Gabriel señala el camino y Sergio lo sigue juiciosamente. Al verlos pasar por una señal reflectiva en una curva, miro rápidamente el ciclocomputador: 1223. Sigo los mismos pasos y llegó al punto exacto. Nueva medición: 1238. Hago los cálculos mentales: 150 metros de distancia. Espero la siguiente oportunidad para tomar otra referencia. Malas noticias: 160 metros. La loma parece inclinarse más. Sigo con mi terapia de pedaleo parado y añado corte de curvas cuando se puede. Vuelvo a divisar a mis presas, ahora son 140 metros. La estrategia empieza por fin a arrojar resultados positivos y con ello la autoestima también sube. 120, 100, 80, 50. Ya se vuelve cansón medir. La captura es inminente.
Ahora que los tengo más cerca, me doy cuenta también que hay otra camiseta del BSR, sin duda alguna Yesid. Los perseguidores lo alcanzan y éste hace un último esfuerzo por subirse a ese tren. A pesar que los cazadores no van muy rápido el viejo Yesid no tiene cómo agarrarse y queda flotando. No tardo mucho en alcanzarlo en el momento justo que se baja de su bicicleta. Paso a su lado y le doy ánimos. No hay respuesta, los alientos están enfocados en devolver algo de dignidad a este inmisericorde puerto. Sigo de largo y entramos en el sector de tubos. La pendiente se acrecienta pero me anima el hecho de que ya vamos a llegar, además de que estamos a cubierto del inclemente sol. Mi paso no es el mejor, así que tardo un largo kilómetro en volver a conectar a mis colegas. Primero Sergio y luego Gabriel, van desfilando por mi derecha. Gabriel no cede tan fácil y hace un último esfuerzo por permanecer en la punta. Yo sigo en lo mío y dejo que gaste un poco. El pataleo dura poco y empieza a quedarse inevitablemente. Sigo adelante con la cadencia controlada en 60 y pedaleo parado en las partes más difíciles. Volteo a mirar y veo que Sergio viene a mi rueda. Gabriel en cambio ya la perdió.  –¿Comó va?- le pregunto al muchacho. –Muy cansado- responde. –Ya vamos a llegar, le digo con seguridad. Ahora yo soy el guía. Le enseño los tubos que desde abajo se veían como palillos grises. Superamos las curvas más duras y llegamos a un descanso, tomamos nuevas fuerzas, un último repecho y a la izquierda le señalo el Salto, el imponente Salto del Tequendama. Lastimosamente no tenemos tiempo para la foto. Hoy no, tal vez en otra ocasión. Atrás viene Gabriel y la ventaja no es mucha.
A medida que las piernas empiezan a responder al cambio de terreno, vamos aplicando los cambios de rigor. En poco tiempo ya estamos montados en los piñones menores aunque todavía con el plato pequeño. Tomamos los primeros repechos sin mucho afán y al cabo de poco tiempo Gabriel vuelve a la batalla, no viene a chupar rueda precisamente, pasa al frente e impone su paso, es su terreno, está en su salsa, los columpios son lo suyo, como los niños chiquitos. Ya viene “enfierrado”, el plato grande no lo trajo de lujo y muy seguramente apenas coronó el Salto lo montó de inmediato. Se dejan descolgar por un descanso a todo pedal y yo los sigo solo con el impulso. Los pierdo de vista con la esperanza de volverlos a conectar en las siguientes rampas, pero ya el tanque no da más. Me doy por bien servido si llegó a la meta sin bajarme, ya hice lo peor, así que me cuidaré de aquí en adelante. Nos vemos después muchachos, ustedes ganan. Cabe anotar aquí un reconocimiento a Sergio, quien viene de menos a más y no conociendo la ruta se le midió a la trepadita de este puerto, haciendo una buena estrategia, simplemente midiendo sus fuerzas con los de su categoría sin arriesgar demasiado ni soltar la rueda de sus iguales.
Alex, el pedalista invitado, volvió a llegar en primer lugar. Algo me dice que el hombre es un profesional camuflado, que solo salió con nosotros para ofrecer los uniformes que vende y de paso entrenar un poquito.
El podio lo completaron Sander y Cristian, y ya se está hablando de pasar a éste último a la cúspide de los depredadores. Leonardo apretó el paso y llegó de cuarto seguido por Alvarito, que se fajó un excelente remate de etapa, atacando a sus adversarios en el momento preciso. Lucho también conservó su ventaja y entro sexto con su eterno rival Javier a su espalda. En el octavo puesto llegó José seguido porLuigi, mientras que Rubén no alcanzó a Paolo y tuvo que conformarse con la casilla once. Sergio le ganó el remate a Gabriel (Cria cuervos…) y yo después de ellos. Yesid sufrió las duras y las maduras para coronar luego de superar algunos calambres que lo aquejaron, pero llegó montado en su bicicleta, aunque ya habían desmontado la tarima de premiación y los periodistas no dieron cuenta de su llegada.
Eso es todo compañeros, nos vemos la próxima.

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